Enfrenta soledad y pobreza

Ernesto Gómez Cruz confiesa que está sin empleo y sólo espera el fin de sus días

Ciudad de México.

”No me place traer recuerdos al presente, aunque en las noches vienen a mi mente algunas actuaciones”. , Ernesto Gómez Cruz, actor.

Una terrible soledad y abandono agobian al actor Ernesto Gómez Cruz, quien a sus 85 años de edad no recibe propuestas de trabajo en cine, teatro o televisión, por lo que confiesa que a este paso sólo espera el fin de sus días.

Vivo en una soledad terrible y aplastante, que me tiene esperando el fin de mis días, aunque si surge algo nuevo con gusto seré uno de los primeros en apuntarme, aunque a este paso sólo espero la muerte, esa es segura que llega”, señaló el actor.

En entrevista el actor de cintas como El callejón de los milagros y Los Caifanes, reconoció que sus facultades visuales ya no son las mismas e incluso tiene una grave pérdida de memoria, que le impide llevar una vida fluida.

ESTÁ PERDIENDO

LA MEMORIA

Aceptó que ya no tiene retención en los diálogos, y eso provoca que no consiga oportunidades, y afirmó que buscó al productor Juan Osorio, con quien trabajó en la telenovela El Padre Gallo (1986). “Lo busqué para ver si tenía algo de trabajo, pero he esperado horas y no lo he encontrado”.

Con una trayectoria de más de 50 años, Gómez Cruz siente que su vida está igual como cuando empezó en el arte de la actuación: “sin nada, porque cuando voy a mi casa veo que ya no es mía, ahora es de mis hijas. Por eso vivo solo, rentando un cuartito y sin un peso en la bolsa”.

Dijo que sólo espera que llegue el momento "para partir y no regresar, claro, cuando Dios lo juzgue conveniente. Me voy a una gira larga y ya no regreso. Me molesta recordar viejos tiempos, mejor vivo el instante”.

Con una figura cansada, el actor afirmó que quiere sentirse activo y útil, por lo que ingresó como secretario de Jubilación de la Asociación Nacional de Actores (ANDA).

Quiero sentirme vivo y servir a mi sindicato, creo que mi presencia es fuerte colaborando en la cartera de la ANDA, aunque siento que no me toman en serio, pero algún día necesitarán del apoyo de alguien, como yo ahora lo estoy sintiendo”.

Su actual labor en la sede de los actores demanda 10 horas al día, pero en realidad solo cubre entre cinco y seis. “Me dedico a plasmar mi firma en documentos concernientes a la jubilación de cualquier compañero; me siento útil en ese aspecto, pese a que dé la impresión de que estoy estorbando”.

Consideró que estar en la ANDA es un refugio para sentirse útil, porque por el momento no tiene llamados ni propuestas de trabajo, “y como funcionario sindical por lo menos se me pasan las horas viendo pasar a la gente y prefiero estar así que en casa en soledad absoluta”