CIUDAD ACUÑA
El objetivo de la operación mexicana aparentemente era forzar a los migrantes a volver a cruzar el río hacia Texas. Una barda y una hilera de vehículos los obligaban a enfilar hacia el cruce que habían utilizado durante toda la semana.
Los autobuses partieron vacíos. La mayoría de los migrantes permanecieron en el campamento.
“Mal, mal, mal, las cosas van mal”, comentó Michou Petion, mientras caminaba hacia el río con su hijo de 2 años en brazos. Su esposo cargaba las bolsas con sus pertenencias y llevaba varios pares de zapatillas colgados del cuello.
“Estados Unidos hace muchas deportaciones a Haití, ahora no sé si puedo entrar o salir”, dijo Petion.
“Hablamos con mucha gente y están nerviosos, tienen miedo, están desesperados”, comentó Christoph Jankhoefer, de Médicos Sin Fronteras, que trabaja en el campamento de Ciudad Acuña. El despliegue de fuerzas de seguridad generó mucho miedo e incertidumbre, agregó. “Dos mujeres lloraban porque no quieren ser deportadas a Guatemala”.
En las últimas semanas, las autoridades mexicanas han trasladado a migrantes de otros países a la frontera guatemalteca.
A algunos haitianos se les está permitiendo permanecer en Estados Unidos temporalmente para solicitar asilo u otro tipo de residencia a condición de presentarse más adelante ante las autoridades de inmigración. Los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional se negaron a especificar el número, pero dijeron que son personas con “vulnerabilidades” particulares, lo que puede significar que tienen hijos pequeños o están embarazadas, o porque Estados Unidos no tiene la capacidad para mantenerlos detenidos, especialmente durante la pandemia.
No hay planes para dejar de expulsar a otros migrantes bajo el Título 42, a pesar de la presión de los legisladores demócratas, quienes dicen que los migrantes están siendo enviados de regreso a una nación sumida en problemas que algunos abandonaron hace más de una década.
La orden fue implementada por el gobierno del expresidente Donald Trump en marzo de 2020 en un esfuerzo para frenar la migración y prevenir la propagación del coronavirus. Pero el gobierno de Biden la ha utilizado para justificar la deportación de migrantes haitianos.
La semana pasada, un juez federal dictaminó que la directriz era inadecuada y le dio al gobierno dos semanas para detener su uso, pero el lunes el gobierno Biden apeló la decisión.
Por su parte, la UNICEF dijo en un comunicado el jueves que, según estimaciones iniciales, más de dos de cada tres migrantes expulsados a Haití son mujeres y niños, incluidos recién nacidos, y un 40% de los migrantes que se encuentran en Del Rio son niños.
“Haití se está recuperando de la triple tragedia de los desastres naturales, de la violencia de las pandillas y de la pandemia de COVID-19”, dijo Henrietta Fore, directora general de UNICEF, quien agregó que los que regresan sin la protección adecuada “se encuentran aún más vulnerables a la violencia, la pobreza y el desplazamiento, factores que los llevaron a migrar en primer lugar”.
Los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional señalaron que aproximadamente dos terceras partes de las personas que acampan debajo del puente son familias y que el resto son adultos que viajaron solos. Ha habido relativamente pocos menores no acompañados.
El departamento señaló el jueves que la Patrulla Fronteriza dejó de usar caballos, luego de las críticas que se produjeron tras la difusión de imágenes y videos de agentes a caballo que parecían usar tácticas agresivas contra los migrantes.
Afuera del campamento, agentes de la Patrulla Fronteriza y de la policía de Texas recorrían los altos cañaverales, aparentemente en busca de migrantes.
Los escombros y la basura del campamento estaban apilados prolijamente.
A TUCSON Y ARIZONA OTROS VAN A EL PASO, LAREDO Y RÍO GRANDE
El Departamento de Seguridad Nacional ha estado transportando a los haitianos desde Del Rio, que cuenta con una población de 35.000 habitantes, a las ciudades texanas de El Paso, Laredo y Rio Grande Valley, y esta semana añadió vuelos a Tucson, Arizona, señaló el funcionario.
En tanto, Foote, quien fue designado como el enviado estadounidense a Haití en julio, escribió al secretario de Estado Antony Blinken que renunciaba inmediatamente “con profunda desilusión y disculpas a los que buscan cambios cruciales”.
“No permitiré que me asocien con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados haitianos e inmigrantes ilegales a Haití, un país donde funcionarios estadounidenses están encerrados en cuarteles seguros debido al peligro que representan las pandillas armadas en la vida cotidiana”, escribió. “El enfoque de nuestra política para Haití sigue siendo profundamente defectuoso, y mis recomendaciones han sido ignoradas y descartadas, cuando no han sido modificadas para proyectar una narrativa distinta a la mía”.