Desde Noruega a Canadá, una joven ejemplar de zorro ártico recorrió 3.506 kilómetros en solo 76 días, atravesando las banquisas árticas en uno de los viajes más largos registrados de esta especie. La zorra partió de Spitsbergen, en el archipiélago noruego de Svalbard, el 26 de marzo de 2018, y llegó a la isla de Ellesmere, en Canadá, el 10 de junio de ese año, probablemente. En línea recta, la distancia recorrida suma 1.789 kilómetros. Es, según los científicos, el primer seguimiento vía satélite de la dispersión de esta especie entre continentes.
"Cruzando vastas extensiones de hielo marino y glaciares, la hembra se movió a una media de 46,3 kilómetros al día", probablemente en busca de alimento, explican los investigadores del Instituto Polar Noruego que han documentado esta travesía. La mayor velocidad registrada, de 155 kilómetros en un día, se produjo en la capa de hielo del norte de Groenlandia. Es también el registro más veloz que se tiene de esta especie. Los investigadores llegaron a pensar en algún error o en que alguien podría haber retirado el localizador al animal, pero descartaron la idea ya que "no hay barcos que naveguen tan al norte entre el hielo", según Eva Fuglei, coautora del estudio, citada por The Guardian.
El animal es uno de los 54 ejemplares que el Instituto Polar Noruego ha estudiado desde 2012 a través de collares con dispositivos de seguimiento por satélite. Perteneciente a la subpoblación conocida como azul, de color oscuro y más propia de las zonas costeras, la zorra fue capturada a través de una jaula trampa el 29 de julio de 2017, probablemente cerca de su lugar de nacimiento, alrededor del glaciar Fjor-tende Julibreen, según explican los investigadores en un documento titulado La dispersión del zorro ártico de Svalbard a Canadá: el largo viaje a través del hielo marino de una hembra.
En el momento de su captura, el animal pesaba 1.900 gramos, y fue catalogado como un ejemplar joven. La distancia total registrada desde que comenzó el seguimiento, el 1 de marzo del año pasado, hasta que se asentó en la isla de Ellesmeere cuatro meses después, fue de 4.415 kilómetros. El collar transmitía una señal durante tres horas diarias.
Según su registro, la zorra se encontró por primera vez con mar cubierto de hielo el 26 de marzo, que utilizó para abandonar la isla de Spitsbergeny dirigirse al noreste. Un día después, su ruta viró hacia el norte y el este, hacia Groenlandia. Tardó 21 días en llegar, el 16 de abril. Finalmente, llegó a la isla de Ellesmere el 10 de junio, donde permaneció en un área limitada alrededor de la península de Fosheim Peninsula. En dos ocasiones, su ritmo de viaje se ralentizó hasta los 10 kilómetros por día durante 48 horas, lo que, según los investigadores, podría responder a que se encontró con barreras físicas en la banquisa, al mal tiempo o a que hallara alguna fuente de alimentación. No se sabe qué ha sido del animal desde el 6 de febrero de este año, cuando el transmisor dejó de emitir su señal.
Los zorros polares azules, según explican los investigadores, Eva Fuglei y Arnaud Tarroux, son de un color más oscuro, lo que refleja que se mueven a menudo en terrenos de este tono, en regiones con hielo y costeros sin nieve en invierno. Viven principalmente de alimentos procedentes del mar. La otra subespecie, del interior, es de un color predominantemente blanco y se alimenta principalmente de un roedor, el lemming. El largo viaje de la zorra objeto de estudio implica también que cambió de ecosistema y de fuente de alimentación, de uno costero a uno donde el lemming es su principal presa.
Aunque es más frecuente el caso inverso, el de la emigración de zorros de interior a zonas costeras, donde las fuentes de alimentos son más estables, a veces, como en este caso, los zorros azules emprenden largos viajes, probablemente debido a la escasez de presas de forma continua durante varias semanas del invierno.
Según los investigadores, hay muy pocas poblaciones de esta especie de zorro totalmente aisladas, aunque el rápido calentamiento del Ártico, que derrite el mar helado, podría cambiarlo. En las aguas alrededor de Svalbard, la reducción de la extensión de la banquisa ya ha afectado a varias especies de mamíferos marinos. Según los autores del estudio, si Svalbard acaba por no tener hielo durante todo el año, la población de zorros árticos quedaría aislada, aunque podría seguir siendo viable, como sucede en Islandia.