Cronista Municipal de Reynosa
-Tercera parte-
Emilio tenía su domicilio por la calle Guerrero en la casa con el número 10 en la ciudad de Reynosa, vivía con otros compañeros de nacionalidad china: su hermano Ricardo Wong y José Himen. En su habitación tenía en un clavijero (percha o pieza con colgadores) donde enganchaba un traje de dos piezas, saco y pantalón de casimir, de color salmón.
En las bolsas del saco guardaba su pasaporte, unos retratos, una mascada de seda, una moneda de oro (centenario) envuelta en un papel, dos billetes americanos de un dólar cada uno, algunas pesetas americanas de plata, dos pesos cincuenta centavos en tostones de moneda mexicana, una pluma fuente de color amarillo y un anillo de oro que tenía montado una piedra colorada.
Emilio era un hombre soltero de 27 años de edad originario de Cantón en la República de China, avecindado en esta ciudad de Reynosa donde era empleado de un restaurante. Su traje lo había confeccionado el sastre Juan Garza Faz.
En los primeros días de mayo el chino Emilio observó que su traje lo traía puesto Gumaro Tijerina, por lo cual para cerciorase que era de él se dirigió con el sastre a pedirle una muestra del género.
Con el apoyo de la policía, Tijerina fue interrogado sobra la procedencia del traje. Éste manifestó que lo había comprado en la tienda de Fernando Fuentes. Según Wong, el robo del traje había sucedido entre las 10:00 y 11:00 de la mañana, del día 20 abril de 1931.
El comandante de la Policía Urbana de esta ciudad, Andrés Bujanos Jr., informó al entonces presidente Municipal Lauro Herrera en su nota de partes de novedades, que se había detenido a Fernando Fuentes en la comandancia a las 7 de la tarde del día 4 de mayo de 1931. El atento oficio del alcalde fue recibido por el Agente del Ministerio Público, Manuel de la Viña, el día siguiente, abriendo la averiguación hasta el día 6 de mayo.
Fernando Fuentes confirmó que le había vendido el citado traje al Sr. Tijerina, aclarando que él se lo había comprado de buena fe a un individuo desconocido en su comercio.
El engaño
Fuentes tenía su comercio en Reynosa. Narró que, como a las 4 de la tarde a finales del mes de abril, se presentó un individuo que traía puesto el traje en mención. Pensó que este sería uno de los repatriados que venían del lado americano. El sujeto le manifestó la imperiosa necesidad de vender dicho traje. Como lo traía puesto, Fernando Fuentes no malició que fuera robado, por lo que se lo compró por la cantidad de $3.50 pesos, regalándole además uno de sus pantalones de uso y una caja de cigarros.
De dicha transacción fueron testigos Pedro García, quien era el propietario de un tendajo ubicado “en contra esquina”, su dependiente Jesús Loera y don Rafael Reséndez, quienes estaban sentados en una banca afuera de este último negocio. Fuentes luego que realizó de buena fe la compra les mostró el traje a dichas personas. Mandó lavarlo y plancharlo y lo colocó a la vista en su comercio para su venta. Declaró haberlo comprado por creer que no era robado.
Decía que estaba dispuesto a entregar el traje a su dueño y perder la cantidad que pagó por la compra y demás gastos sin retribución alguna. El joven Jesús Loera y Sr. Rafael Reséndez eran originarios de Méndez, Tamaulipas, mientras que el comerciante Pedro García de 65 años de edad era originario de San José de la Laja, en la jurisdicción de los Herreras, Nuevo León.
Los tres observaron al desconocido entrar con el traje nuevo puesto al tendajo y salir con un atuendo distinto. Concordaban que Fernando Fuentes acudió enseguida a mostrarles el traje que acababa de adquirir del individuo. Esto lo libraba de toda sospecha, pero la autoridad le obligaba a colaborar en la búsqueda del individuo para su captura.
El traje del chino Emilio quedó en resguardo en la comandancia mientras la policía llevaba las averiguaciones, tratando de conseguir las demás prendas que faltaban.
La captura
Como a las 12 del mediodía del 26 de mayo, Fernando Fuentes llegó ante la Agencia del Ministerio Público informando que el individuo buscado, el vendedor del traje de Wong, se presentó en su comercio tratando de vender unas arracadas de oro. En el acto lo aprehendió pidiéndole asistencia a una persona de apellido Reyna, conocido también como el Mayor.
A éste le pidió que detuviera al individuo mientras iba por su sombrero, pero cuando regresó el citado sospechoso se había soltado corriendo con rumbo hacia las afueras de la ciudad. Fuentes lo siguió hasta alcanzarlo y de allá lo trajo para entregarlo en la Comandancia de Policía. Supuso que las arracadas y un prendedor de oro que trataba de venderle eran robados.
El desconocido dijo llamarse Francisco Flores de 25 años de edad, originario de Villa Aldama, Nuevo León. Él declaró que ese mismo día que lo aprehendieron, había llegado desde el lado americano y que un mes antes había estado en Reynosa. Aceptó que entonces había vendido un traje al comerciante que había comprado a una persona llamada Herminio, de apellido desconocido. Decía que la arracada y el prendedor de oro los había adquirido en el lado americano por 15 centavos americanos en una tienda de “daime” (sic. nickel-and-dime). Las arracadas se le cayeron y terminaron por perderse cuando Fuentes se le echó encima para aprehenderle.
El robo en la casa
de Marín Espinoza
Casi a la misma hora el gendarme municipal, Félix Bravo, dio parte al Agente del Ministerio Público sobre un robo de alhajas de oro en la casa del Sr. Marín Espinoza que se ubicaba en la esquina sureste de las calles Matamoros y Juárez. A las 12 horas del día, el personal de la Agencia estaba en dicha vivienda donde se cometió el robo de alhajas, encontrando que habían forzado la puerta del patio quebrando la cerradura como a las 11 de la mañana.
Los peritos Alfredo Isassi y Emilio Pérez, nombrados por la Agencia del Ministerio Público, observaron las castañas y tocadores abiertos y tirados en desorden, varias prendas de ropa esparcidas por la habitación, así como cajas y demás objetos.
El dueño, un farmacéutico de 31 años de edad originario de esta ciudad, manifestó que había salido de su casa como a las 10 de la mañana para la labor con Ramón Garza, mientras que su señora fue a comer a la casa de sus padres, dejando la casa cerrada con candado.
El jovencito José Rodríguez, hermano de su esposa quien vivía con ellos, había salido de la escuela cerca del mediodía y al arribar a dicha casa encontró la puerta del patio abierta. Viendo el desorden en el interior, inmediatamente fue a dar parte a la hermana de su cuñado, que estaba casada con Pedro Aldape. De allí el jovencito se dirigió a dar aviso a la Comandancia de Policía.
Las deducciones del comandante Bujano
El comandante de la Policía Urbana Andrés Bujano asoció a Francisco Flores, quien había vendido el traje del chino Wong, con el robo de las alhajas. Pues a éste lo registró minuciosamente encontrándole en el tafilete interior del sombrero un prendedor o broche para cuello de oro y teniendo conocimiento del robo en la casa del Sr. Espinoza puso al detenido en un lugar seguro.
Se dirigió a la casa robada donde se encontraba el personal de la Agencia levantando la averiguación. Ahí presentó a Espinoza el prendedor confiscado, preguntándole que si ese objeto era parte de las alhajas faltantes. Al verla Espinoza le dijo: “sí, es de mi vieja” y dirigiéndose a su esposa en el acto reconoció la joya.
Espinoza le platicó que hacia un par de noches que un individuo desconocido merodeaba frente a su casa, que se paraba en la esquina y veía para todos rumbos. Por lo que el comandante Bujano llevó al individuo detenido y desde media cuadra antes de llegar a la casa, Espinoza lo reconoció. Flores no hizo más que agachar su cabeza, sin decir nada.
Las circunstancias dieron mérito para suponer que Francisco Flores era el presunto responsable de ambos robos, el de las alhajas y del traje de casimir del chino Wong, por lo que el Agente del Ministerio Público juntó ambas averiguaciones, consignándolo al Juzgado de Reynosa.
Cabras de Cachemira en Asia. De su lana se elabora el casimir combinado con lana de borrego, para hacer los trajes como el que le robaron al chino Wong en Reynosa en 1931.