Los hospitales están convirtiendo las capillas, cafeterías, salas de espera, pasillos e incluso estacionamientos en áreas de tratamiento de pacientes. El personal médico llama desesperadamente a otros hospitales en busca de camas disponibles. Y la fatiga y frustración se están apoderando de los trabajadores de primera línea.
Las condiciones dentro de los hospitales de Estados Unidos se están deteriorando cada día que pasa mientras el coronavirus se extiende por todo el país a un ritmo implacable y la cifra de muertes supera las 250.000.
“Estamos deprimidos, desanimados y extremadamente cansados”, dijo Alison Johnson, directora de cuidados intensivos del Centro Médico de Johnson City, en Tennessee, y añadió que algunos días llora mientras conduce hacia y desde el trabajo.
El número de personas hospitalizadas con COVID-19 en Estados Unidos se ha duplicado en el último mes y ha impuesto récords casi cada día de esta semana. Hasta el martes, cerca de 77.000 personas estaban hospitalizadas por el virus.
Los casos nuevos por día han aumentado más del 80% en las últimas dos semanas a los niveles más altos de los que se tenga registro, con un promedio de cerca de 160.000 infecciones diarias. Los casos van al alza en los 50 estados. Las muertes promedian más de 1.155 al día, la cifra más alta en meses.
El repunte está provocando que los gobernadores y alcaldes de todo el país emitan órdenes de uso de mascarillas, limiten el tamaño de las reuniones privadas y públicas de cara al Día de Acción de Gracias, prohíban comer dentro de los restaurantes, cierren gimnasios o restrinjan el horario y capacidad de varios negocios.
El sistema escolar de la ciudad de Nueva York, el más grande de la nación y que cuenta con más de 1 millón de estudiantes, suspendió las clases presenciales el miércoles debido al aumento en las tasas de infección, lo que representó un doloroso retroceso en un lugar del país que había sufrido por la pandemia en la primavera, pero parecía haber puesto bajo control al virus hace meses.
Texas está enviando miles de trabajadores médicos adicionales a hospitales sobrecargados mientras el número de pacientes hospitalizados con COVID-19 a nivel estatal se acerca a los 8.000 por primera ocasión desde un mortal brote en el verano.
En el extremo norte del estado, cerca de la mitad de los pacientes ingresados en los dos principales hospitales de Lubbock tenían COVID-19, y una decena de personas contagiadas esperaban el martes por la noche en la sala de urgencias a que estuvieran disponibles las camas, dijo el doctor Ron Cook, director de salud del condado de Lubbock.
“Estamos en problemas”, señaló Cook.
En la ciudad fronteriza de El Paso, las morgues que se han visto abrumadas han empezado a pagar a los reclusos 2 dólares la hora para que ayuden a trasladar los cuerpos de las víctimas del virus. El flujo de pacientes está forzando a la ciudad a enviar sus casos no relacionados con COVID-19 a hospitales en otras partes del estado.
Más de 5.400 miembros adicionales del personal médico han sido enviados a distintas partes de Texas, dijo Lara Anton, portavoz del Departamento de Servicios de Salud estatal. Y eso no incluye la ayuda que le han proporcionado al estado las fuerzas armadas y organizaciones de voluntarios.
“Sólo hay un número limitado de personal médico para repartir. Y creo que lo que estamos viendo en lugares como El Paso no es sostenible en todo o en gran parte del estado”, señaló el doctor Mark McClellan, exdirector de la Administración de Alimentos y Medicamentos.
El único sistema de atención médica en la cordillera de los Apalaches en Tennessee y Virginia advirtió que tanto él como sus trabajadores están tan desbordados que es sólo cuestión de tiempo antes de que sus hospitales tengan que rechazar a los pacientes.
El sistema de salud reportó tener apenas 16 camas disponibles en la unidad de terapia intensiva y a unos 250 miembros del equipo en aislamiento o cuarentena. Está tratando de reclutar a cientos de enfermeros más.
En Idaho, los doctores advirtieron que los hospitales casi han alcanzado el punto en el que necesitarán racionar la atención, incapaces de atender a todos porque no hay suficientes camas ni personal para trabajar.
“Nunca en mi carrera pensé que llegaría a contemplar la idea de racionar la atención en Estados Unidos de América”, dijo el doctor Jim Souza, director general de medicina en el Sistema de Salud St. Luke.
En Reno, Nevada, el Centro Médico Regional Renown comenzó a trasladar a algunos pacientes con coronavirus a su estacionamiento.
En un video del estacionamiento adaptado antes de que empezara a atender pacientes podían verse hileras de camas separadas por mamparas móviles blancas colocadas en un piso inhóspito y oscuro, cada sección señalada por letras y cada espacio de cama marcado por un número en el suelo. El piso tiene suficiente espacio para atender a unas 700 personas.
En Kansas, los hospitales están convirtiendo espacios como capillas o cafeterías con el fin de utilizarlos para pacientes con COVID-19, dijo Cindy Samuelson, portavoz de la Asociación de Hospitales de Kansas.
Stormont Vail Health en Topeka, Kansas, destinó todo un piso del hospital para pacientes con coronavirus conforme aumentaban sus cifras, y para el miércoles ya tenía 90 personas hospitalizadas. La institución también adaptó dos salas de espera de cirugías para tratar a pacientes no infectados, dijo el portavoz Matt Lara.
El director de salud de Kansas, el doctor Lee Norman, dijo que estaban implementando un sistema para pacientes con coronavirus, el cual comparó con un control de tránsito aéreo, para que las enfermeras de hospitales en zonas rurales puedan realizar una sola llamada para encontrar un hospital más grande que pueda recibir a sus pacientes más enfermos.
En algunos casos, enfermeros y médicos en Kansas han pasado hasta ocho horas buscando un hospital grande con espacio.
Los funcionarios de sanidad de Maryland hicieron algo similar y establecieron un centro de información centralizado con datos sobre camas de terapia intensiva disponibles para que los hospitales sólo tengan que realizar una llamada. Las autoridades estatales también emitieron una orden de emergencia que prohibía la mayoría de las visitas a los hospitales hasta nuevo aviso.