Cronista Municipal de Reynosa
-Primera parte-
El día 25 de agosto del año 1777, Ignacio Ramírez, vecino de la Villa de Camargo, y el indio Pedro de la nación de los tejones se presentaron, casi al mismo tiempo en Reynosa, ante don Juan Antonio Ballí, el teniente Justicia de la villa de Reynosa. Este era la máxima autoridad en este poblado y su jurisdicción ante el virreinato de la Nueva España. Ramírez dijo que venía a quejarse ante lo civil y criminal, de la persona conocida como Juan Joseph de Lerma, vecino de la jurisdicción de Mier. El motivo era que este último le había hurtado un caballo y una mula, ambos de silla. Al mismo tiempo, el indio tejón denunciaba civil y criminalmente a Juan Agustín Molina, alias “El Vaciero”, por haberle robado su caballo.
Ramírez había venido a Reynosa (la antigua villa en lo que es actualmente Reynosa Díaz) hacía unos cuatro días, dejando persogados a su caballo y a su mula en la orilla inmediata a la villa, en el lado opuesto del río. Él se enteró que Lerma le hurtó las bestias. El caballo lo había ensillado y se lo habían encontrado en el rancho conocido como Las Nuevas. Lerma se hacía acompañar de Juan Agustín Molina, alias “El Vaciero”, y de Francisco Gonzáles, alias “El Tlaxcalteco”. Todo esto se lo había contado a don Ignacio Ramírez su sirviente Marcos de la Garza. El propietario de los caballos pedía se trajeran ante el Justicia a Juan Joseph de Lerma y sus dos compañeros, para que le entregaran sus bestias.
Al mismo tiempo coincidía la denuncia de Ramírez con la del indio tejón Pedro. Éste pertenecía a la misión de esta villa de Reynosa [San Joaquín del Monte]. Él tenía su caballo maneado en el Carrizal por la otra banda del río, cuando “El Vaciero” se lo hurtó. Pedro declaró que el ladrón andaba buscando las vacas del vecino de la villa, Toribio Zamora. Por lo que pedía se aprehendiera a dicho Molina, para que se le entregara su caballo.
Averiguaciones
Ese mismo día 25 de agosto, Juan Antonio Ballí mandó llamar a comparecer ante su Juzgado a Marcos de la Garza, el sirviente de don Ignacio Ramírez, al mismo tiempo que se solicitaba a los “robadores” para que fueran puestos en la cárcel pública, para tomarles sus declaraciones.
Fue hasta el día 26, cuando Marcos expuso que él y su patrón viajaba por la orilla norte del río Bravo. Fue al cruzar el río que su señor determinó dejar persogada su mula que montaba, en la banda norte del río. En ese mismo paraje, el sirviente dejó su caballo y la mula cruzándose el río hacia la villa.
Habiendo pasado al otro día al mismo lugar en busca de sus bestias, el sirviente no encontró a su caballo. Él solo halló a la mula amarrada a un palo en otro lugar diferente. En estas diligencias de búsqueda se topó con el vecino de Reynosa, Ignacio Guerra, quién le informó que Juan Joseph de Lerma andaba en el caballo que buscaba. El vecino lo había visto en el rancho de Toribio Zamora.
En ese mismo día también se topó con el vecino de Reynosa Alexandro Flores, quién le dijo que Lerma andaba corriendo en el mismo caballo unas vacas del dicho Toribio Zamora. Esto fue en el agostadero conocido como Las Nuevas.
El mozo regresó a la villa de Reynosa a avisarle las noticias a su amo. Al regresar de nuevo a la banda norte, ya no encontró a la mula. Fue entonces que el sirviente tuvo razón que el caballo se encontraba en el rancho viejo de Zamora, a donde se dirigió. Encontró al caballo bastante
estropeado, maltratado y casi inmovilizado por lo trabajado. Ahí lo halló suelto sin mecate alguno.
El sirviente suponía que el ladrón del caballo había regresado para llevarse la mula. El mozo Marcos de la Garza fue referido como español [sic. criollo], de oficio campista, de 21 años de edad.
Al día siguiente, el 27 de agosto de 1777, los tres agresores se encontraban con una res muerta en la casa de Toribio Zamora, dentro de la villa de Reynosa. Por lo que el teniente Ballí mandó aprehenderlos y ponerlos en la cárcel pública.
Declaraciones de los involucrados
En ese mismo día, hizo sacar de la cárcel a Juan Agustín Molina, “El Vaciero”, para tomarle su declaración sobre el caballo que le hurtó al indio Pedro y sobre el caballo y la mula, que sus compañeros robaron a don Ignacio Ramírez. “El Vaciero” expuso que el ranchero Toribio Zamora los había invitado para que fueran al agostadero conocido como Las Nuevas a carnear. Esto es, a matar reses alzadas (animales salvajes o mostrencos) para comer. Aunque sabemos que tradicionalmente la carne de estos animales era comercializada en las villas del norte.
El “Vaciero” le dijo a Zamora que, él se encontraba a pie y que no tenía caballo que ensillar. Zamora le explicó que no importaba, que fuera a pie, pues él llevaba su escopeta, pólvora y balas. Esto era para tirarles a las reses que encontrasen, pues no había caballos para correrlas o arrearlas. Que, si no encontraban una res, buscarían, aunque fuera un marrano.
Fue entonces que, “El Vaciero” se fue acompañando a Juan Joseph Lerma y a Francisco Gonzáles, alias “El Tlaxcalteco”. Lerma era el único que iba montado en un potrillo muy endeble, mientras que los otros dos iban a pie. Así llegaron hasta el rancho Las Peñitas, donde se habían citado con Zamora. Ahí preguntaron por él, pero no lo encontraron. Por lo que les fue preciso aguardarlo. En ese inter, los tres compañeros se fueron costeando el río en busca de marranos salvajes. Fue entonces que encontraron la mancuerna del caballo y la mula.
Lerma le dijo a “El Tlaxcalteco” que “desmancornara” a las dos bestias y que se trajera el caballo. Como querían dejar suelta a la mula, “El Vaciero” la amarró para que no se “barajustara”.
Cuando sus compañeros se llevaron el caballo, este último se fue por un carrizal donde encontró el caballo del indio Pedro. Declaró que era verdad que había cogido el caballo y se fue a carnear junto con sus compañeros.
Para buscar las vacas, Lerma ensilló el caballo que habían hallado mancornado. Molina “El Vaciero” explicó que ya en el campo, corriendo una punta de ganado, Lerma se separó del grupo sin que supieran más de él hasta que no llegaron al pueblo, ni supieron para donde fue. Molina se quedó cuidando la caballada de un tal Pedro Zamora, mientras atrapaba dos becerras. “El Vaciero” se trajo una de estas becerras cargada en el mismo caballo del indio Pedro, hasta la villa de Reynosa.
Juan Agustín Molina era vecino de la villa de Reynosa y contaba con más de cuarenta años de edad. Él era también un indio de un grupo étnico desconocido, casado con Gertrudis Vela. Su oficio era el de vaciero, que era de donde adquirió su apodo, en otras palabras, era un pastor de vientres de ganado menor, cabras y borregas, que no tenían crías.
¿Quién era en realidad el cabecilla de los tres cuatreros? En una próxima nota contaremos como estaba conformada la sociedad de Reynosa del siglo XVIII y que tan dura era la justicia para los transgresores de la ley en la villa durante la época de la Colonia.
Los tres compañeros se fueron costeando el río en busca de marranos salvajes. Fue entonces que encontraron la mancuerna del caballo y la mula.