KUALA LUMPUR, Malasia
Ismail Sabri Yaakob, de la Organización Nacional Malaya Unida, fue juramentado en una ceremonia el sábado. Antes fue viceprimer ministro bajo el gobierno de Muyidín Yasín, quien renunció el lunes tras menos de 18 meses en cargo debido a pugnas internas que le costaron el apoyo del parlamento.
Ismail cuenta con el apoyo de 114 legisladores, es decir, tiene una mayoría pero ínfima. Con él regresa al poder la Organización Nacional Malaya Unida, el movimiento que llevó a Malasia a la independencia después del colonialismo británico en 1957, pero que fue derrotado en las elecciones del 2018 en medio de un escándalo financiero.
“Malasia tiene un nuevo primer ministro, pero esencialmente son los mismos políticos de siempre. Es un regreso al pasado, la ONMU está de vuelta en el poder, mediante tratos sucios, a pesar de haber sido derrotada por su corrupción en el 2018”, expresó Bridget Welsh, experta en política asiática de la Universidad de Nottingham en Malasia.
Ismail, de 61 años, enfrenta un intenso descontento popular debido a denuncias de que el gobierno anterior aplicó políticas erráticas y no manejó eficazmente la crisis del coronavirus. Malasia tiene una de las tasas de contagios per cápita más altas del mundo, pese a que lleva siete meses en estado de emergencia y rigen órdenes de confinamiento desde junio.
Las infecciones diarias se han más que duplicado desde junio, llegando a un récord de 23.564 el viernes. Con ello, el número total de casos de coronavirus en Malasia desde el inicio de la pandemia se sitúa en 1,5 millones, y las muertes van por 13.000. El banco central ha reducido su pronóstico de crecimiento económico para este año, a entre 3% y 4%, debido a la clausura de negocios.
Ismail Sabri Yaakob “es un primer ministro en un tiempo desafortunado, con escasa reputación y legitimidad a nivel tanto nacional como internacional. Parece ser el primer ministro menos popular en el peor período de la historia de Malasia”, indicó Welsh.