Savoie y sus seis familiares huyeron de su casa en un suburbio de Nueva Orleans, en la ribera oeste del Río Mississippi cuando el poderoso huracán Ida golpeó la región. Ida dejó a miles de personas sin electricidad, destruyó viviendas e inundó calles.
Pero el alivio inmediato que sintió al poder escapar de la destrucción de la tormenta ha dejado paso a la ansiedad por varios motivos.
La principal preocupación de Savoie es que se quedará sin dinero. Pensaba que sólo tendría que quedarse unas tres noches en el hotel. Ahora ha descubierto que los apagones generalizados en el estado -incluido Jefferson Parish, donde vive- podrían durar semanas. También supo que parte del techo de su casa se derrumbó al paso del huracán, y que el viento arrojó ramas de árboles sobre la casa y el jardín.
“Estoy al límite, definitivamente”, dijo el lunes Savoie a The Associated Press, a través de mensajes de Facebook escritos en un descanso entre llamadas a Cruz Roja. “Intento mantener la calma, especialmente con los niños”.
No es fácil. Savoie teme perder su empleo. Es agente telefónica para dos grandes tiendas minoristas, y dejó su computadora en casa cuando huyó con sus gemelas de dos años, su hijo de 11 años, su hija de 17 años y el novio de 18 años de ésta, junto con el bebé de 6 meses de la pareja.
“Si no puedo trabajar después de tanto tiempo, te despiden”, dijo.
Mientras estén fuera de casa, la hija de 17 años de Savoie, Ressa, está faltando a clase, donde estudia ciencias forenses. También su novio, Timothy, falta a clase, donde se está sacando una licencia como instalador de fontanería y aire acondicionado, y a su empleo nocturno en un supermercado.
Miles de personas con los recursos para hacerlo huyeron antes de que Ida, uno de los huracanes más potentes que jamás han golpeado Estados Unidos, tocara tierra el domingo en Luisiana. Pero muchas personas sin los fondos para gasolina o una habitación de hotel se quedaron atrás.
Savoie, de 39 años, dijo que había intentado planificar por adelantado para poner a su familia a salvo. Reservó una habitación en el Motel 6 con tres días de antelación y todos subieron el sábado a su pequeña camioneta con unas pocas mudas de ropa y algo de efectivo, “pensando que volveríamos poco después”.
Con recursos limitados, quedarse en un hotel durante mucho más tiempo no es una opción. Savoie dijo que también se quedará pronto sin pañales.
La mujer dijo haber pedido ayuda el lunes a través de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA), pero aún no había recibido respuesta. Consiguió contactar con Cruz Roja tras varias llamadas y una hora de espera, pero le dijeron que la agencia sólo podría ayudarla si llegaba a un refugio.
Savoie intenta desesperadamente evitar un refugio, en un momento en el que la variante delta del coronavirus golpea Luisiana, un estado con una de las mayores tasas de contagios y una de las menores tasas de vacunación en Estados Unidos.
“Los refugios no son seguros para el COVID”, dijo. “Preferiría dormir en mi auto”.