Hay quienes tienen más de dos meses y les ha tocado días en que no tienen nada para comer, y más se les complica la situación debido a que hay menores que están con ellos en espera de atención por parte de las autoridades norteamericanas.
Al recorrer parte el puente internacional nuevo, donde hay decenas de migrantes, se puede observar la desesperación de la gente, el hambre de tener una mejor vida, el coraje de poderle dar a sus hijos lo que les prometieron al salir de sus países en Centroamérica.
Javier, un joven hondureño, llegó a Matamoros junto con su familia desde hace dos meses y es fecha que no han podido ser entrevistados para ingresar de manera legal a los Estados Unidos.
La crisis, la inseguridad que se vive en su país es lo que lo orilló a tomar esta decisión.
“La idea es llegar a los Estados Unidos, pero sólo estamos sufriendo aquí, no tenemos para comer, a veces ni una comida damos, esto es un sufrimiento”, narra Javier con su rostro al suelo.
“Pedimos que nos ayuden, necesitamos comida, mis chamacos pañales, leche, necesitamos comer, algunas veces solo comemos una vez y otras ninguna”, dijo.
Javier junto con su familia que la integran nueve personas, acampan en la orilla del bordo del Río Bravo, sin embargo la desesperación es cada vez mayor, al no tener ni para comer.
“La verdad a veces ponemos a pedir a nuestros hijos en la fila del puente, el dinero que les dan lo usamos para comprarles comida a ellos; ellos son primero, nosotros nos aguantamos”, manifestó.
Así como Javier hay familias enteras que siguen en espera de recibir una oportunidad por parte de las autoridades de Estados Unidos para ingresar de manera legal a dicho país.