Desde los Andes hasta las montañas del sur de Alemania, los picos nevados y glaciares de las grandes cordilleras han sido siempre atracciones turísticas, que permiten a los científicos estudiar el clima y figuran prominentemente en las creencias de los indígenas.
El rápido derretimiento de estos hielos como consecuencia del cambio climático, no obstante, representa un duro golpe para países y comunidades que dependen de ellos para la generación de electricidad, la llegada de turistas y para mantener viejas tradiciones espirituales.
Las masas de hielo creadas a lo largo de milenios a partir de la nieve compactada se están derritiendo desde la época de la Revolución Industrial y ese proceso se ha acelerado en los últimos años.
Esa desaparición de masas heladas se percibe en sitios como la frontera entre Uganda y la República Democrática del Congo, en África, donde los picos de las Montañas Rwenzori tocan el cielo por encima de una selva verde. En esos picos hubo alguna vez 40 glaciares, pero en el 2005 sobrevivían menos de la mitad y el derretimiento continúa. Algunos expertos creen que dentro de 20 años ya no habrá glaciares en esas montañas.
Su desaparición plantea un serio problema a un país como Uganda, sin salida al mar. La mitad de su energía es de origen hidroeléctrico, producto en buena medida de plantas alimentadas por el agua que fluye desde los glaciares de las montañas.
“Las plantas hidroeléctricas funcionan mucho mejor cuando hay un flujo constante de agua, sin altibajos”, expresó Richard Taylor, profesor de hidrogeología del University College de Londres.
En otro continente, en la frontera entre Alemania y Austria, sobrevive solo medio kilómetro cuadrado de cinco glaciares combinados. Expertos calculan que eso es un 88% menos que en 1850, y que lo poco que queda se derretirá en 10 o 15 años.
Esto es preocupante para el sector turístico de la zona, que depende de los glaciares, señaló Christoph Mayer, experto en glaciares de la Academia Bávara de Ciencias y Humanidades de Múnich.
“Por ahora, las agencias de turismo pueden decir “visite las montañas más altas de Alemania, con sus glaciares. Puede caminar en los glaciares”, expresó Mayer. “La gente de la zona vive del turismo y será muy afectada por la desaparición de los glaciares”.
Lo mismo ocurre en Tanzania, donde los expertos estiman que el Monte Kilimanjaro —la montaña más alta de África y una de sus principales atracciones turísticas— ha perdido el 90% de sus glaciares por el derretimiento y la sublimación, un proceso en el que el hielo sólido se transforma en vapor, sin haber pasado por un estado líquido. El turismo representó el 10,7% del Producto Interno Bruto en el 2019.
Hay además pérdidas intangibles para las comunidades indígenas que viven a corta distancia de los glaciares, según Rainer Prinz, glaciólogo de la Universidad de Innsbruck, en Austria.
Para muchas comunidades indígenas, “el hielo de la montaña es donde se sienta dios. Tiene un significado muy espiritual”, expresó Prinz, aludiendo a comunidades cerca del Kilimanjaro. “La pérdida de los glaciares se hará sentir en la vida espiritual de esa gente”.
Las capas de hielo que conforman un glaciar pueden haber surgido a lo largo de decenas de miles de años y tener información cronológica de las condiciones climáticas a lo largo de la historia, incluida la composición atmosférica, las variaciones en las temperaturas y los tipos de vegetación existentes en cada época. Los científicos extraen pedazos de hielo para estudiar estas capas.
Durante un viaje de investigación del 2010 al glaciar Carstensz, de la provincia de Papúa, al oeste de Indonesia, el oceanógrafo Dwi Raden Susanto fue parte de un equipo que extrajo una muestra de hielo de un glaciar remoto. Al estudiarla, los científicos se dieron cuenta rápidamente de lo rápido que se derrite el hielo y de que podían estudiar su estado solo hasta la década de 1960.
“Es triste porque es una pérdida de la herencia local y nacional, y también de la herencia climática del mundo”, dijo Susanto.
A medida que desaparecen los glaciares, los ecosistemas empezarán a cambiar, un fenómeno que está siendo estudiado en el Glaciar Humboldt de Venezuela, que podría desaparecer por completo en las dos próximas décadas.
Los expertos dicen que el derretimiento de estos glaciares pequeños de montaña es un llamado de atención para otros más grandes. Por ejemplo, muchos de los glaciares ya no son la principal fuente de agua fresca de ciertos países, incluido Perú, que perdió un 30% de su masa helada entre el 2000 y el 2016, de acuerdo con Lauren Vargo, del Centro de Investigaciones Antárticas de Wellington, Nueva Zelanda.
“Esas comunidades son mucho más dependientes de los glaciares para el agua”, declaró.
Un fuerte derretimiento de las masas de hielo puede hacer que suba el nivel de las aguas y se alteren los fenómenos climáticos, con su consiguiente impacto en la sociedad, dijo Mayer.
“La desaparición de estos pequeños glaciares debe constituir un llamado de atención acerca de lo que se nos viene. Es lo que nos depara el futuro”, declaró. “Hay que darse cuenta de que algo grande está pasando”.