Sentado en los viejos y oxidados tubos del famoso "puente negro" de la colonia Praderas, Jonny Uribe clava su mirada en las peligrosas aguas del canal Anzaldúas, ahí donde aprendió a nadar cuando era un niño, "Nos aventábamos todos desde morrillos con madre, fíjate ... cómo nunca nos ahogamos, porque sí está peligroso ¿verdad?", comenta mostrando poquito de arrepentimiento.
Sus ojos no dejan de observar el enorme caudal, porque ya en confianza, cuenta que antes de ser futbolista aprovechó sus dotes como nadador para cruzar personas a Estados Unidos por el río Bravo. Eso más que un trabajo era un delito y por eso fue arrestado, deportado y fichado.
"Me arrepiento porque era un jale donde arriesgaba mi vida muy seguido y además estoy bien quemado en migración; me gancharon varias veces y ya no podré arreglar papeles para cruzar legalmente al otro lado", dice ahora sí bastante arrepentido.
En su barrio todos lo conocen, ya sea por sus locuras o porque es muy bueno con el balón en los pies. "¡Qué onda Coco ... qué tranza!", le gritan desde una bicicleta.
"Así me dicen aquí (El Coco) ... porque me gustaba mucho esa madre (la cocaína) y pues también era alcohólico. La neta, me metía de todo un poco y así era muy difícil arrimar dinero a la casa, pero tengo más de tres años que no consumo nada de nada porque preferí ser futbolista y cumplir mi sueño", expresa con mucho orgullo, pues ese apodo lo dejó marcado, como cada uno de sus tatuajes.