En la historia de la empresa más antigua del pancracio, pocos personajes de este tipo han logrado triunfar y ser reconocidos.
Tres años atrás, un joven luchador nacido en Torreón Coahuila se aventuró a intentarlo, responde al nombre de Dulce Gardenia y batalla a batalla gana terreno entre la exigente afición capitalina.
“Es mucha responsabilidad y peso sobre mi ser el único exótico en la empresa”, acepta. “Así que salgo al ring a hacer las cosas con amor y respeto, muy orgulloso de representar este personaje y lo hago con el corazón, en cuerpo y alma”.
En una época en la que las agrupaciones están en auge, Gardenia ha probado con algunos aliados, pero recuerda que ha construido su carrera sin necesidad de apoyo, y no es algo que le preocupe. “He sabido sobresalir solo, aprendí a encender mis propias luces”, valora.
Y siempre quiso hacerlo como exótico. “Me inspiré en Pimpinela Escarlata, mi ejemplo e ídolo a seguir. Veía cómo lo quería la gente y la manera en que la prendía. Son personajes distintos y se construyen diferente, en eso trabajo”.
Labor que le deja poco tiempo libre, la lucha lo ocupa y preocupa, tiene motivos grandes para hacerlo. “Detrás de Dulce Gardenia hay una persona que está lejos de su familia, eso es algo triste, estar solo en la Ciudad de México me ha hecho más fuerte y consciente de que estoy aquí para sacarlos adelante”.
La fama coquetea cada vez más con él, la acepta, o al menos, no la rechaza. “Yo uso mucho el transporte público en la ciudad, cuando alguien me reconoce en la calle y me pide una foto lo hago, pero trato de dejar el personaje en las arenas, en el gimnasio.
Mucha gente me quiere abrazar, otros me maldicen pero lo importante es que la gente habla de mi. Yo me veo como el mismo de siempre, Javier, quien siempre está ahí para ayudar”.