Dentro de todas las deidades que existen en la lucha libre mexicana hay sólo una a la que se le reza: "Santo, el Enmascarado de Plata".
Pese a que han pasado 40 años de su fallecimiento, el pancracio nacional no ha tenido una figura que haya trascendido hasta convertirse en símbolo cultural del país como lo hizo el Plateado.
En una época donde la tecnología no era tan avanzada, los medios de difusión eran contados y la globalización ni siquiera era un concepto. Santo se convirtió en un ídolo a nivel mundial por el pancracio, pero también por el cine, mismo que lo mantiene vivo, al igual que su presencia en las arenas.
"El cine es algo que mantiene vigente al Santo, igual que a Pedro Infante o a Tintán, siguen pasando las películas y está vigente en ese sentido, eso lo ha mantenido vivo como personaje.
Parece increíble que ya sean 40 años de que no esté físicamente, pero sigue y en el ring también; era un deseo de mi padre antes de retirarse de la lucha; mencionó en varias ocasiones que quería que su personaje no muriera y después de 40 años me siento orgulloso de haber cumplido esa expectativa de, modestamente, superar lo que él pudiera haber imaginado lo conseguido por su hijo (sic)", externó el Hijo del Santo.
El heredero de la Leyenda de Plata compartió que el orgullo por su padre siempre ha sido inmenso, pero en su niñez no lo podía gritar a los cuatro vientos y debía ser mesurado.
"En casa se me inculcó que era un secreto, porque era la identidad de mi papá, y si yo lo decía en la escuela (que su padre era el Santo) pues él no iba a poder ir a la escuela por mí porque lo iban a identificar".
"Pero a veces no me aguantaba las ganas porque era tanto el orgullo que yo sentía, que sí llegaba a decir que mi papá era el Santo, y lo hacía con inocencia", confesó.
El Santo no sólo era el superhéroe que combatía momias, hombres lobo o científicos malignos, debajo de la máscara su vida fue semejante a la de cualquier héroe de historieta.
Su infancia tuvo similitud a la de protagonistas de cómics como Batman, pero contrario al Caballero de la Noche, el Enmascarado de Plata no buscó venganza, sino predicar con su ejemplo, valores y bondad.
"El Santo es un personaje hermoso, lleno de valores porque tiene la gran bondad, pues mucho de lo que ganaba Rodolfo Guzmán como empresario lo donaba para casas de ancianos, de enfermos, niños pobres hacía funciones para reos en los penales y su virtud fue siempre la gran humildad, a pesar de ser el gran ídolo de la lucha libre mexicana y del cine también", puntualizó Felipe Carrillo, director del Museo del Santo, en Tulancingo.