La huella que los pilotos japoneses han dejado en la Fórmula Uno es difícil de borrar, sobre todo porque sus actuaciones, un tanto peligrosas, le ponen ese toque de incertidumbre a los Grandes Premios.
En 1976, la máxima categoría del automovilismo y la Ciudad del Sol Naciente estrecharon lazos con la primera carrera celebrada en Japón, en el circuito de Fuji, al oeste de Yokohama.
Los veloces samurais que debutaron en aquella edición fueron Masahiro Hasemi, Noritake Takahara y Kazuyoshi Hoshino.
Este hecho le abrió la puerta a otros “Kamikazes” que deseaban incursionar en el Gran Circo y poner a la nación nipona en el radar internacional, sin embargo, muy pocos lograron algunos éxitos, como Saturo Nakajima, que fue el primero en participar en una temporada completa y sumar puntos o Aguri Suzuki que subió al podio 1990.
Actualmente, Yuki Tsunoda, de AlphaTauri, es el representante de Japón en la F1 y este fin de semana va por la gloria en su país en la pista de Suzuka.