CIUDAD DE MÉXICO.-Los siete títulos en la Fórmula Uno no describen por completo la grandeza de Michael Schumacher.
El alemán rompió tantos récords como le fueron posibles debido a su talento nato y a que casi siempre contó con monoplaza competitivos.
Antes de firmar con Ferrari, Schumacher ya había probado las mieles del éxito con el bicampeonato de 1994 y 1995 con la escudería Benetton.
Con el Cavallino Rampante cumplió varios sueños a nivel colectivo e individual.
En su primer año con los de Maranello, en 1996 Michael batalló en la pista, pues fue superado por los Williams de Damon Hill y Jacques Villeneuve.
Una campaña después estuvo a punto de recuperar su trono, sin embargo, en el último GP de 1997, en Jerez, España, Schumacher chocó con Villeneuve, lo que ocasionó que la FIA lo descalificara y anulara todos sus puntos.
Del 2000 al 2004, los cinco campeonatos llenaron de gloria a Ferrari. En el inicio del nuevo siglo ganó su tercera corona en su trayectoria y la primera con el Cavallino Rampante al volante del F1-2000.
Los otros cuatro títulos representaban el dominio de los bólidos rojos y una era que parecía no terminar, hasta que los cambios en el reglamento deportivo, los jóvenes pilotos que arribaron al Gran Circo y las decisiones equivocadas los obligaron a ceder terreno y caer en una sequía.