- Monterrey, NL
El matador de toros, Diego Silveti, tuvo un encuentro con la prensa especializada de Monterrey, ante quienes habló tranquilo, mesurado, directo y profundo sobre varios conceptos de la fiesta.
Puntual a la cita, elegante en su vestir como es su estilo, peinando algunas canas a su 38 años cumplidos, Diego habló no sólo de la transición del toreo en los últimos años, sino del toro bravo mismo y que es una parte fundamental de que esta evolución se esté dando.
"Los ganaderos de toro bravo han hecho cosas inimaginables y maravillosas, como es elevar el tamaño del toro, los kilos y a que aguante gracias a su bravura y genética, una faena mucho más ligada y exigida y de muchos más pases".
Señaló su gusto de regresar a Monterrey, una ciudad donde de la mano de muchos amigos comenzó a querer ser torero, ya que aquí tuvo mucho campo en las ganaderías norteñas.
"Tardes como las que he tenido oportunidad de vivir en Monterrey son las que me reafirman en ese sentido el toreo que estoy buscando.
Creo que todavía tengo páginas qué escribir y cuotas altas qué alcanzar en el toreo, ésa es mi ilusión y mi meta, ir evolucionando en mi forma de torear como está evolucionando la fiesta en México".
Reflexivo, el hijo de Rey David, agregó que el sentimiento con el que los toreros de su clase ejecutan su labor en el ruedo es algo que les nace de lo profundo de su ser.
"El sentimiento es algo fundamental en el toreo, con el sentimiento se nace y el sentimiento es el que es capaz de crear, de emocionar, una obra artística a miles de personas en las plazas.
Estoy convencido de que el toreo es un arte y me atrevo a decir que es un ´arte de artes´, ya que gracias a lo que ocurre en el ruedo con un torero y un toro bravo, ha sido capaz de inspirar artistas de la talla de Picasso, Goya, Velázquez, a literatos como Manuel Benítez Carrasco, artistas como Cantinflas, Agustín Lara, Joaquín Sabina, también escultores y directores de cine y eso solo se da por el sentimiento y el tema artístico que ocurre en el ruedo".
Al hablar de los miedos, del toreo en el ruedo y en su caso, del fantasma de las operaciones de rodilla como la que acaba de vivir, luego del ver el calvario que vivió su padre David Silveti a causa de los destrozos en sus rodillas, opinó que el ser humano por más fuerte que pueda ser siempre tiene un momento de fragilidad y debilidad, no solamente en el cuerpo, sino también en la mente.
"Una de ellas es ponerte delante de un toro, te impone el toro, te da miedo el toro, miedo real que se te seca la boca, que te sudan las manos, miedos que no quiere sufrir un percance porque te duele. Dice la gente que luego el valor se te va por los agujeros de las cornadas y es cierto.
Pero lo bonito que tiene esta profesión y la mente humana es que es capaz de vencer ese miedo y eso es algo que uno siempre lo debe llevar".