La coalición Dignidad 2026 reúne a la central sindical AFL-CIO, Human Rights Watch y el Independent Supporters Council para colaborar con la FIFA y las ciudades sede en Estados Unidos, México y Canadá.
La coalición se ha reunido varias veces en los últimos meses con el organismo rector del fútbol mundial para discutir estos temas. Tras el anuncio la semana pasada de las 16 ciudades que serán sedes de los partidos, la campaña ha adquirido blancos más precisos.
Dicen que la FIFA los escucha, pero que no se ha comprometido a exigir estándares mínimos a las ciudades.
"Esto significa pagar salarios justos, contratar mano de obra local, asegurar fuerte protección de la salud y seguridad, y dar a los trabajadores una voz en el trabajo. De modo que les hemos dado nueve puntos que quisiéramos que apliquen en todas las ciudades sede. Porque una de las cosas que hemos descubierto es que no han dado a las ciudades una guía para las expectativas”, dijo Cathy Feingold, directora del departamento internacional de la AFL-CIO. “Y por eso pensamos que la mejor manera de manejar esto es asegurarnos de que haya marcos vinculantes muy claros que unifiquen a todas las ciudades sede”.
La FIFA no respondió a un pedido de declaraciones.
El Mundial de este año comienza en noviembre. Los detractores dicen que el primer Mundial que se juega en Medio Oriente es problemático porque Qatar tiene toda una historia de violaciones de los derechos humanos y laborales. Se han multiplicado los informes sobre los abusos sufridos por los trabajadores migrantes que construyeron los estadios, trasportes e infraestructura en general a un costo de 200.000 millones de dólares.
Funcionarios qataríes y de la FIFA han dicho que el Mundial ha acelerado cambios positivos en las leyes y la sociedad del país. En efecto, se estableció un salario mínimo y se desmanteló el sistema “kafala” que ataba a los trabajadores a su empleador.
La oferta de Estados Unidos, Canadá y México para la sede del Mundial 2026 incluyó un plan de 90 páginas para los derechos humanos. Algunos de los grupos integrantes de Dignidad 2026 participaron en la elaboración del plan.
“Sabemos muy bien que lo que está en los papeles no siempre se pone en práctica. Por eso, nos hemos reunido para traducir ese documento que en este momento no es vinculante y asegurarnos de que se aplique en las ciudades sede”, dijo Feingold.
Hace cuatro años, cuando se otorgaron las sedes, el presidente Donald Trump había decretado la prohibición de ingresar a Estados Unidos a viajeros oriundos de varios países de mayoría musulmana. Trump aseguró luego a la FIFA de que no habría impedimentos al evento, y el presidente Joe Biden anuló los decretos.
Existe preocupación por ciertas leyes estatales que afectan a la comunidad LGBTQ y a los niños y deportistas transgénero, así como medidas que afectan los derechos reproductivos y el acceso al voto.
Otros motivos de preocupación son la marginación de las comunidades indígenas en Canadá y los cánticos homófobos de los espectadores en México.
Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch, dijo que el Mundial brinda una oportunidad singular para echar luz sobre los derechos humanos y laborales y allanar el camino hacia el cambio.
“El Mundial no debería ser un espectáculo de horrores contra los derechos humanos”, dijo Worden. “Tenemos el ejemplo del Mundial en Rusia, sin derechos LGBT, sin derechos laborales, trabajo esclavo norcoreano en la construcción del estadio de San Petersburgo. Ahora en Qatar tenemos el ejemplo de la falta de derechos de los trabajadores migrantes, miles de muertos, falta de derechos LGBT, falta de derechos de las mujeres y, de paso, falta de libertad de prensa.
“Entonces la idea es, por amor de Dios, ¿no podemos hacerlo mejor?”