Gana Hungría en el tiempo añadido

Entre la alarma por Barnabás Varga, ´estable´ e ingresado en un hospital, alcanza de repente la tercera posición del grupo A con tres puntos

CIUDAD DE MÉXICO

De la eliminación a una posible calificación, de la tensión a la felicidad, la Selección de Hungría vivió una montaña rusa de emociones en Stuttgart. 

Los húngaros sacaron una dramática victoria 1-0 sobre Escocia que, a pesar de mantenerlos con vida en la Euro, dejó un sabor agridulce. 

El delantero Barnabás Varga chocó de manera impactante con el portero de Escocia, el golpe lo dejó inconsciente sobre el terreno de juego, mientras la tensión se apoderaba de sus compañeros y rivales. 

Fueron varios minutos de incertidumbre en los que los servicios médicos incluso tuvieron que colocar sábanas a su alrededor para evitar la captura de imágenes de la delicada situación.

Cuando lograron estabilizarlo y sacarlo del campo, el jugador de 29 años fue ovacionado por la afición en las gradas.  Aunque fue difícil olvidar el trago amargo, Hungría no se rindió y de manera agónica, al 90+10´, Kevin Csoboth logró el gol que hizo estallar el ambiente en el estadio y que le da esperanzas al combinado dirigido por Marco Rossi de clasificar a Octavos de Final, aunque deberá esperar para saber si quedará como uno de los cuatro mejores terceros de la Fase de Grupos.  Horas después del encuentro, la Federación húngara informó que Varga sufrió fracturas de varios huesos de la cara y una conmoción cerebral, por lo que pasó la noche siendo monitoreado en un hospital de Stuttgart.

Su imagen en el suelo, inconsciente, desató la alerta sobre el campo en el minuto 68. Sus compañeros se dieron rápidamente cuenta, reclamaron las asistencias, giraron el cuerpo de su compañero para facilitar su respiración y fue atendido sobre el césped durante unos minutos, cubierto el lugar con unas lonas que recordaron tragedias anteriores, como aquel drama de Christian Eriksen en 2021 cuando se desvaneció sobre el terreno.

El delantero fue evacuado del campo en camilla, entre los aplausos del público, tras la revisión de un penalti que el árbitro no concedió. El encuentro continuó. Quizá la mejor señal de que el estado del atacante no era tan comprometido como para detener definitivamente el choque. Fue reemplazado. Minutos después del final del encuentro, su federación informó de su "estado estable" en un hospital de Stuttgart. Su equipo ganó. No había hecho méritos hasta el tramo final, hasta que se lanzó a por la victoria. Hasta entonces jugó en el cansino ritmo del empate. Es su primer triunfo en los últimos nueve partidos de la fase final de la Eurocopa. No ganaba en esta competición desde el 14 de junio de 2016. Tres victorias en toda su historia.

Un equipo que va al contacto salta cada balón, pugna como si fuera la última pelota, la más decisiva del encuentro, en cada lance, pero se queda ahí. En una sucesión de esfuerzos físicos a los que les falta fútbol, criterio, técnica, imaginación y, sobre todo, lo más difícil del fútbol: la precisión que exige cualquier rival, más aún en la Eurocopa.

Hungría tampoco es mucho más. Igual que Escocia va al límite. La fricción fue constante. Las caídas, los golpes, los jugadores por los suelos resumieron un primer tiempo de poco nivel, sin apenas ocasiones, salvo porque la diferencia es Dominik Szoboszlai, el mejor jugador de todos los que había sobre el campo, la única posibilidad de alterar el desatino sobre el césped, de cambiar el rumbo de un duelo que se movía en la nada. Y necesitaban ganar.

Entre tanta obligación, entre tales circunstancias, los dos equipos quedaron en evidencia. Su capacidad ofensiva, sobre todo, más que el arrojo.

Fue un problema de técnica, no de ímpetu o de ganas. Salvo para Szoboszlai. Le faltó constancia. Cuando intervino, fue todo diferente, como en un centro de falta que cabeceó Orban al larguero. Lo único reseñable, probablemente en posición ilegal de haber sido gol, de todo el primer tiempo. Nada más.

También Sallai colaboró con Szoboszlai en cambiar el partido, cada vez más presente en campo contrario en la segunda parte, sin una sola respuesta convincente más allá de su terreno de Escocia, que corre y pugna mucho, pero juega muy poco. No necesitó mucho para salir un par de veces a la contra y animar el duelo de nuevo en el segundo tiempo.

Nada del otro mundo, nada inquietante para Gulacsi, cuya Hungría sí lanzó la ofensiva en el tramo final, ya en el tiempo añadido cuando exigió dos paradas de Gunn y remató un balón al poste, demostrando que podía haber jugado mucho más mucho antes, aunque aún le alcanzó para ganar en el contragolpe vencedor de Csoboth, que la hizo tercera de grupo entre la preocupación por Varga.