DACA, Bangladesh
Los manifestantes, organizados por el grupo Hefazat-e-Islam, una de red maestros y estudiantes de miles de escuelas islámicas, se reunieron ante la mezquita Baitul Mokarram en el centro de Daca. Corearon “Abajo Francia” y “Boicot a los productos franceses” y quemaron imágenes del presidente francés Emmanuel Macron.
“Pido al gobierno francés que se disculpe con los 2.000 millones de musulmanes en el mundo. También pido a los musulmanes del mundo que demuestren su fe boicoteando los productos franceses y terminando las relaciones diplomáticas con Francia”, dijo a los manifestantes Nur-Husain-Kashemi, un líder del grupo.
“Pido al gobierno que cierre la embajada francesa. Es una vergüenza que no hayan aprobado una resolución de condena en el parlamento”, añadió.
Desde la semana pasada se han registrado varias marchas contra Francia en Bangladesh pidiendo el cierre de la embajada francesa y que el primer ministro, Sheikh Hasina, haga una condena formal. Hasina aún no ha hecho comentarios oficiales sobre el tema.
Hefazat-e-Islam y otros grupos y partidos islamistas apoyan la introducción de la ley islámica en Bangladesh, que se rige por un sistema legal basado en gran parte en el derecho británico.
En países de mayoría musulmana de todo el mundo se han registrado muestras de indignación por el rechazo de Macron a condenar la publicación o exhibición de las caricaturas del profeta Mahoma. El islam prohíbe cualquier representación del profeta. El asunto ha vuelto a quedar sobre la mesa tras la brutal decapitación cerca de París de un maestro francés que mostró caricaturas del profeta Mahoma en clase. El refugiado checheno de 18 años que cometió el asesinato murió después baleado por la policía.
El maestro, Samuel Paty, ha sido presentado como un símbolo de los firmes ideales laicos franceses y su rechazo de la intrusión religiosa en las instituciones públicas. Macron y los miembros de su gobierno han prometido seguir apoyando esas caricaturas como amparadas bajo la libertad de expresión.
Ciudadanos, políticos y académicos musulmanes han condenado esas representaciones como una forma de discurso de odio y las consideran sacrílegas y un insulto al islam.