CUMPLE EL TRI CON CALIFICAR

 Kazán, Rusia Sin ofrecer un buen desempeño futbolístico, pero con suerte, la Selección Nacional de México vino de atrás para derrotar 2-1 a su similar de Rusia y así avanzar a las semifinales de la Copa Confederaciones 2017. Los goles de la victoria fueron obra de Néstor Araujo, al minuto 30, y de Hirving Lozano, al minuto 51. Alexander Samedov había adelantado a los locales, al 25. Con este resultado el cuadro mexicano llegó a siete unidades en el segundo sitio del Grupo A, mientras que los europeos se quedaron con tres fuera de la competencia. La aplicación e intensidad que mostró el equipo mexicano frente a Portugal lo olvidó en este duelo, en el que la fragilidad defensiva quedó más que evidenciada, pero con tan buena fortuna que el rival fue incapaz de reflejarla en el marcador. Pese a que el técnico colombiano regresó al equipo que en teoría es el titular, nada sencillo le resultó este duelo en el que los de casa les complicó, ante un “Tri” que no se conectaba de mediocampo al frente con el tridente conformado por Carlos Vela, Hirving Lozano y Javier Hernández. Dicha situación se combinó con los desajustes defensivos, encabezados por Néstor Araujo, bastante titubeante en sus coberturas. Un balón perdido en la salida de Andrés Guardado abrió las puertas para el primer gol, luego de un disparo al poste de Smolov, que tras una segunda jugada en un centro por izquierda, Samedov conectó dentro del área un remate cruzado para superar a Guillermo Ochoa, al minuto 25. México reaccionó bien a esta anotación, y con otra dosis de fortuna, lograron la paridad solo cinco minutos después en un gran centro de Héctor Herrera para Néstor Araujo, quien dentro del área intentó bajar el esférico, pero su remate salió elevado y al sector contrario para ponerlo en el fondo de las redes. Dos minutos después una nueva desconcentración defensiva, ahora de Miguel Layún, le permitió a Erokhin pararse dentro del área mano a mano con Ochoa, pero sin la calma suficiente para definir de manera correcta y desperdiciar una gran ocasión al enviar por encima su remate, para irse así al descanso.