La temporada de huracanes de 2020, una de las más mortíferas registradas en la historia de América Central, destruyó viviendas, cultivos y dejó a más de medio millón de personas desplazadas en toda la región. Honduras y Guatemala fueron los países más golpeados por dos huracanes que llegaron con dos semanas de diferencia y ante gobiernos incapaces de responder a una serie de tragedias que acentúan otro problema: el incremento de la migración a Estados Unidos.
Pero incluso cuando un gobierno decidió actuar en ayuda de los damnificados, la respuesta quedó opacada por su uso político, la falta de respeto al estado de derecho y la incapacidad de comprender una realidad compleja, formada por múltiples capas.
En el caso de El Salvador, un presidente populista logró convertir una tragedia en una oportunidad de elevar su figura. Cuando las tormentas golpearon al país, Bukele actuó rápidamente para demostrar que era capaz de ofrecer respuestas a cientos de personas en dos comunidades afectadas, Los Angelitos y Nueva Israel, y que esa respuesta sería apreciada por todos los salvadoreños.
| De izquierda a derecha, Inés Flamenco, su nieto Daniel y su hijo Mauricio Flamenco, posan para una fotografía con sus animales en su caserío en Los Angelitos.