El grupo ‘Divino Rostro’ realiza hasta 24 bailes en tres meses
Conservan tradiciones con sus danzas
El grupo ‘Divino Rostro’ realiza hasta 24 bailes en tres meses
Al ritmo de tambores y cascabeles, jóvenes danzan con el propósito de conservar una de las tradiciones más arraigadas del país y con más de 80 años en esta frontera, el baile de los matachines. El coordinador del grupo denominado Divino Rostro, Christian Robledo Velázquez, refirió que realizan este tipo de danza para dar identidad a esta ciudad, en donde la mezcla de culturas es muy variada. Mencionó que la cercanía con Estados Unidos propicia que se pierdan costumbres y tradiciones nacionales y se adopten las del vecino país, motivo por el cual desde hace más de 15 años decidió danzar. “Yo empecé a danzar desde los 10 años, es algo que me gusta y me identifica como mexicano, pues bailamos con mucha energía y entusiasmo y es algo único que nos distingue”, declaró Christian. Expuso que desde hace cuatro años decidió crear su propio grupo de danzantes al que llamo Divino Rostro, en donde sólo acepta a varones. Precisó el entrevistado que el grupo está conformado por 17 danzantes y tres tamboristas, quienes ensayan cada miércoles y domingo e todo el año, para estar en condición física y renovar pisadas constantemente. “Nos ponemos entre todos a sacar pasos y a modernizarlos, pues cada año cambiamos las pisadas, ahorita traemos más de 30 pisadas”, comentó Christian. Señaló que los meses de mayor actividad son octubre, diciembre y febrero, fechas en las que realizan hasta 24 danzas, mientras que el resto de los meses, son de menor intensidad. “Nosotros danzamos en diferentes fechas, pero aunque no somos un grupo religioso nos invitan a festejos de algunos santos como la conmemoración a San Judas Tadeo, el día de la Virgen de los Milagros, de la Candelaria y ahora con la conmemoración de la Virgen de Guadalupe”, explicó Christian. Explicó que a lo largo del año son solicitados para amenizar diferentes eventos o actividades, algunas religiosas otras sociales o incluso deportivas. Señaló que este tipo de danza es una de las más antiguas del norte del país y por ello buscan conservarla en esta zona, donde se mezclan las culturas y las costumbres. Originario de esta ciudad, Christian mencionó que sus presentaciones duran entre 60 y 90 minutos, tiempo en el que los integrantes de la agrupación realizan sus mejores pisadas. “Nosotros danzamos más de una hora, en ese tiempo damos cinco pisadas en el primer set y en el segundo hacemos otras cuatro y una más de despedida”, dijo. Precisó que constantemente buscan renovar su vestuario, mismo que siempre es de colores llamativos, con bordados y lentejuelas que permiten resaltar cada uno de los movimientos de baile que realizan. Agregó que su mamá se encarga de coser el vestuario que previamente el diseña y que cada uno de los integrantes bordan sus propias prendas. “Aunque somos hombres, cada uno de nosotros realiza el bordado de nuestro vestuario”, explicó Christian. Reconoció que aunque las pisadas llegan a ser cansadas, no paran hasta que termina la danza, hecho que en algunas ocasiones ha propiciado que alguno de los integrantes, llegue a sufrir calambres o molestias. “Para nosotros es un gozo danzar, lo hacemos porque nos gusta y nos nace, no tanto por religión”, concluyó.