Con armadura y capa, Palas Atenea preside la Sala Jorge Alberto Manrique del Museo Nacional de Arte, investida, sobre todo, por el magistral claroscuro de Rembrandt. Pero su insinuante y cómplice sonrisa delatan que no se trata de la diosa de la guerra y la sabiduría, sino de la mujer que salvó al pintor neerlandés en uno de sus peores momentos: Hendrickje Sttofels.
Como primera exposición del año, en el 40 aniversario de su fundación, el museo exhibe este óleo, de 1654 como pieza central, casi la única, de la muestra "La diosa de la casa de Rembrandt". De una colección privada, esta Palas Atenea permite asomarse a uno de los períodos más emblemáticos de la producción del artista y a un momento esencial de su vida privada. "Esta exposición está dedicada a la gran diosa de la casa, la compañera, la amiga, la cómplice, la madre de Cornelia (última hija de Rembrandt) e inmortalizada en un retrato de una suerte de eterno femenino", explicó el curador del espacio cultural, Héctor Palhares.
Pintada a mediados del siglo 17, la pintura tiene como modelo a Sttofels, compañera sentimental de Rembrandt tras la muerte de su esposa, Saskia van Uylenburgh. En esa época el artista sufría una crisis económica, y su "Palas Atenea" logró devolverle estabilidad a su vida. Sin embargo, la mujer fue criticada por haber tenido con el pintor una hija fuera del matrimonio.