Confederados, unionistas, republicanos y franceses en Matamoros, 1864
Cronista Municipal de Reynosa
En la noche del 8 de septiembre de 1864, el Coronel Henry Martyn Day envió desde Brazos Santiago un destacamento del 1er regimiento de caballería de Texas hacia el río Bravo. El propósito era asegurarles el paso a los hombres de Juan N. Cortina. En el trayecto entre Rancho Blanco (White Ranch) y el Rancho Palmito, entre Brownsville y la desembocadura del río Bravo, se encontraron con el Coronel Miguel Echazarreta al mando de aproximadamente 300 de los Exploradores del Bravo de Cortina.
Entre el armamento que transportaban incluían tres cañones de bronce de seis libras. Estas fueron unas de las piezas de artillería que todavía eran utilizadas por ambos bandos durante la Guerra Civil en los Estados Unidos; sus proyectiles tenían un alcance de 1,523 yardas (cerca de 1,400 m). Los federales traían una nota para Cortina, donde el Coronel Day explicaba que sus hombres eran bienvenidos en los Estados Unidos, bajo la condición que entregaran su armamento.
No acababan de terminar este trámite, cuando de pronto fueron atacados por los confederados. Los unionistas rearmaron al grupo de Cortina, los cuáles rechazaron a los del sur en dos ocasiones, utilizando con gran destreza la artillería. Fue en la tercera envestida cuando los federales y los cortinistas fueron empujados dos millas río abajo, para entonces contaban con muy pocas municiones. Los confederados llenaron con piquetes el trayecto del camino entre Brownsville y la desembocadura del río Bravo. Algunos cortinistas escaparon recruzando el río hacia México.
El Coronel Day salió con 200 hombres desde Brazos Santiago (al sur de la Isla del Padre, en Texas), llevando dos piezas de artillería, cruzando por Boca Chica hasta Rancho Blanco. No fue hasta el día 12 de septiembre que regresó con el resto de los Exploradores del Bravo hacia Boca Chica y desde ahí hacia Brazos Santiago. Una semana después, en una tregua, el Coronel Ford de los confederados le preguntaba al Coronel Day que si los cortinistas que habían capturado durante la batalla estaban bajo el servicio del ejército federal de los Estados Unidos. Si no fuese así podían ser fusilados como simples bandoleros.
El Coronel Day respondió que deberían ser tratados como prisioneros de guerra, pues peleaban bajo la bandera de los Estados Unidos. Ya en Brazos Santiago, las fuerzas unionistas desarmaron a los 303 cortinistas confiscándoles sus mosquetes, sus rifles Enfield 1853 (de origen británico), caballos, mulas y artillería. Aunque algunos de ellos se enlistaron con el ejército unionista, la mayoría de los hombres terminaron regresando con las huestes de Juan N. Cortina en México.
El incidente de las tropas de Cortina en el río Bravo desató una tormenta de protestas diplomáticas desde París hacia los Estados Unidos. Aunque se envió una investigación desde los altos mandos del ejército americano, donde se aclaraba que no se toleraría un ejército enemigo de Francia en territorio estadounidense, las decisiones descabelladas del caudillo del río Bravo eran lo único que podían salvar su pellejo, sus hombres y su preciado armamento en esta remota frontera.
Acuerdos tácitos entre militares
Los acuerdos entre los caudillos del río Bravo - ya fuera José María de Jesús Carvajal, Servando Canales o Juan N. Cortina que apoyaban al gobierno de Juárez en México- y los comandantes militares unionistas o confederados poco tenían que ver con actos protocolarios refrendados o que tuvieran un fundamento legal entre las naciones en conflicto. Las alianzas o acuerdos militares eran elaboradas tácitamente entre los jefes militares que peleaban en ese momento en ambas bandas del río.
En un reportaje del periódico “El Iris” de Tampico del mes de abril de 1864 se mencionaba que el caudillo José María de Jesús Carvajal, con un ejército de 500 infantes y 50 de a caballo, luchaba contra la antiguerrilla de Charles Dupin en las inmediaciones de Tampico. La nota explicaba que, en el ejército de este personaje, también del río Bravo, contaba con 200 extranjeros fronterizos y Tejanos.
En el mes de marzo de ese año de 1864, Cortina había enviado 300 hombres al mando de Julián Cerda, para que diera apoyo al gobierno de Benito Juárez cuando se encontraba en Monterrey. En ese contingente participaron 25 hombres reclutados en Reynosa, como se explicó en una nota anterior de este matutino. Además, Cortina acomodó también entre esa fuerza militar a 40 soldados yanquis y 4 piezas de artillería. Los regiomontanos pensaron entonces que venía un ejército norteamericano a ayudar a Juárez, se comentaba en uno de los diarios de la época.
Antes de tomar posición de Brownsville ese julio de 1864 el Coronel Ford de los confederados, quién era uno de los enemigos de “Cheno” Cortina, cruzó el río Bravo en Camargo para negociar con uno de los asistentes del caudillo. Este le ofrecía 30 cañones (en su mayoría estriados y más modernos) y un número de armas pequeñas de origen norteamericano. Para entonces los sureños contaban con un limitado abastecimiento de armas y buscaban quién se las surtieran en México. El Coronel Ford tenía agentes para comprar las armas de los desertores que llegaban a este país.
Cuando los franceses obtuvieron el control de Bagdad y gran parte del río entre Matamoros y la desembocadura en septiembre de 1864, los confederados recibieron un cargamento de armas de parte de los primeros. A cambio les dieron a los franceses una manada de reses que cruzaron por el mismo río.
Después de las escaramuzas en el sitio de la Burrita con los franceses y la salida de parte del ejército hacia Estados Unidos, el Coronel Servando Canales se opuso rotundamente a las políticas de Cortina, las cuáles las consideraba sin sensatez y también criminales. Canales se retiró río arriba desde el campo de batalla hacia Matamoros con su regimiento, el cuál consistía entre 300 a 400 hombres.
Este llegó a Matamoros donde el hermano de Juan Nepomuceno Cortina, José María, se encontraba en posesión de dicho puerto, pero éste se negó a entregárselo. Canales y la mayoría de sus hombres en lugar de rendirse o aliarse con el Imperio resolvieron cruzar el río hacia Brownsville, donde recibieron asilo por parte de Ford, con la condición que su comandante desarmara y disolviera el regimiento.
Cortina acorralado
Cortina se retiró también hacia Matamoros creyendo que Canales podía asumir el comando del resto del ejército que se había quedado en el lado de México. Toda esperanza de huir hacia Texas se desvanecía.
Inclusive a finales de septiembre de 1864, Cortina invitó desde el cruce del río al Coronel John Ford de los confederados para que pasara a Matamoros a una charla amigable de negocios. Aunque con algo de recelo de sus compañeros, Ford cruzó el río a tratar de negociar la compra de la artillería de las fuerzas de Cortina, ante la eminente llegada de las fuerzas del General Tomás Mejía desde el oriente.
Mientras inspeccionaba los cañones, un jinete llegó a todo galope anunciando la aproximación de las columnas del ejército del Imperio a la ciudad, por lo que el Coronel Ford se retiró rápidamente hacia Brownsville. El líder confederado concluyó que Cortina le ponía una trampa; esto era para que Mejía lo hallara en la sala donde se encontraba el armamento, afectándole las relaciones futuras con el Imperio.
En la próxima nota discutiremos como el General Mejía marchó desde Nuevo León con la división del Imperio hacia Matamoros, mientras que Cortina negociaba la entrega de dicha plaza.
Plano del efímero poblado de Bagdad en las inmediaciones de la desembocadura del río Bravo, el cuál desapareció debido a los huracanes del siglo XIX. Mapoteca Orozco y Berra.
Mapa de 1846, elaborado antes de que Reynosa y Matamoros perdieran posesión de las tierras al norte del río Bravo.
Cañón de 6 libras, parecido al que utilizaba el ejército del Coronel Juan Nepomuceno Cortina.