SANTIAGO — Las urnas abrieron a primera hora y, como de costumbre, los adultos mayores estuvieron entre los primeros en votar. Para favorecer la participación las autoridades dispusieron que el subterráneo sea gratuito durante la jornada, en un país con una abstención tradicional cercana al 50%.
Antes del mediodía funcionaba el 98% de las mesas receptoras de sufragios, en una elección en las que pueden participar 15 de los 19 millones de chilenos, que también deben renovar los 155 diputados, cerca de la mitad de los senadores y consejeros regionales.
El presidente Sebastián Piñera, que también votó temprano, declaró que “una vez más tendremos elecciones, limpias, transparentes. Démosle un ejemplo al mundo entero de cómo funciona la democracia en Chile”.
Coincidentes sondeos indican que ninguno de los siete candidatos presidenciales alcanzaría el 50% más uno de los sufragios en la primera vuelta, lo que obligaría a un balotaje el 19 de diciembre entre los dos con más votos.
Los favoritos de los chilenos -que mayoritariamente se declaran de centro- son el diputado izquierdista Gabriel Boric, 35 años, egresado de leyes, exdirigente de las protestas estudiantiles del 2011, y el abogado ultraderechista José Antonio Kast, 55 años, un admirador de la dictadura militar, (1973-1990), que fue cuatro veces diputado por un partido conservador oficialista.
Teresa Mardones, 60 años, dijo a The Associated Press que “históricamente he votado por la izquierda, pero la incertidumbre que vive Chile me ha obligado a votar por Kast”, mientras Francisco Venegas, 50 años, señaló que sufragó por Boric “porque se echó a perder la política, hay que cambiar todo y arriesgarse. Necesitamos savia nueva”.
Los otros candidatos eran Yasna Provoste, de centroizquierda; el independiente oficialista Sebastián Sichel, el cineasta progresista Marco Enríquez-Ominami, el izquierdista Eduardo Artés y el economista Franco Parisi, quien compitió desde Estados Unidos por redes sociales.
Es la primera vez desde la recuperación de la democracia en 1990 en que los candidatos presidenciales favoritos están más lejos del centro político, lo que ha generado incertidumbre política y económica.
Chile fue remecido en 2019 por masivas protestas contras las desigualdades sociales y económicas y este año una Convención Constitucional escribe una nueva institucionalidad por una mayoría de miembros alejados de los partidos tradicionales, mientras la sociedad no cesa en sus demandas de cambios.
Boric, que representa a Apruebo Dignidad, una alianza entre el izquierdista Frente Amplio y el Partido Comunista, propone una reforma tributaria para recaudar 8 puntos del PIB, con más impuestos a los súper ricos, a los ingresos mensuales superiores a los 5.400 dólares, “impuestos verdes" y elevar los tributos a la gran minería del cobre, entre otros, así como eliminar las Administradoras de Fondos de Pensiones, (AFP), criticadas transversalmente porque otorgan bajas pensiones.
Kast, que compite por el Frente Social Cristiano, un pacto entre dos partidos conservadores, promete recuperar el orden público, achicar el Estado con el despido de 20.000 empleados, y rebajar impuestos por hasta 8.800 millones de dólares, entre ellos bajar de un 19 a un 17% el impuesto al valor agregado, el que más recauda; de un 27 a un 17% los gravámenes a las empresas; impuesto cero a las pequeñas empresas y rebajas impositivas a quienes ganen entre 400 y 800 dólares mensuales.
Cualquiera sea el nuevo presidente, el panorama económico para 2022 será complejo. Chile crecería un 11,5% en 2021 para caer en torno al 2% el próximo, y seguiría con una inflación --por factores externos e internos-- que cerraría el año cerca del 6%, algo no visto en 13 años por los chilenos, que ya no tendrán los 50.000 millones de dólares que giraron de sus fondos de pensiones ni los subsidios estatales por la pandemia, que desataron el consumo.