ARRIAGA, México — Luego de unas seis horas de búsqueda infructuosa a las afueras de la localidad Arriaga, en estado sureño de Chiapas, de camiones que los pudieran llevar hasta Tuxtla Gutiérrez, la capital de la entidad, los migrantes decidieron retomar su caminata hacia Oaxaca.
La caravana avanzó hasta la colonia Azteca, a las afueras de Arriaga, para pasar la noche y luego retomar la caminata el domingo.
Los migrantes habían decidido durante la mañana no ir hacia Oaxaca por temor a ser interceptados en las vías desoladas de la zona por la Guardia Nacional o ser reprimidos por sus habitantes, indicó el activista Irineo Mújica, integrante de la organización Pueblos Sin Fronteras que acompaña a los migrantes.
“Oaxaca ha sido muy represiva con los migrantes. Es donde están regresando a todos, y la caravana viene muy lastimada. Necesitamos empezar a tomar raites (aventones) para poder avanzar un poco más sin lastimar tanto a los migrantes”, dijo Mújica a The Associated Press.
El activista sostuvo que Oaxaca es una zona de influencia del sacerdote Alejandro Solalinde, defensor de los derechos humanos de los migrantes y director de un albergue de esa entidad, al que señaló de estar aliado con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“(Solalinde) ahora defiende a López Obrador, no a los migrantes, y los migrantes no son tontos”, apuntó.
En respuesta a las afirmaciones el activista Solalinde expresó a la AP que “Mújica hace muchos años que no vela por los intereses de los migrantes, sino de Estados Unidos, y él defiende los intereses geopolíticos de Estados Unidos y seguramente no lo hace por amor al arte”.
El sacerdote acusó al activista de Pueblos Sin Frontera de “usar a los migrantes”, y agregó que “si los quisiera permitiría que el Instituto Nacional de Migración les dé los permisos de visitantes por razones humanitarias que les ofrece, y con eso dejarían de estar sufriendo en una caravana”.
En 15 días, los migrantes han caminado unos 250 kilómetros desde que salieron el 23 de octubre de la localidad de Tapachula, que se encuentra casi en la frontera con Guatemala. La caravana, la de mayor dimensión que transita por México este año, llegó a sumar unas 4.000 personas pero ya se ha reducido a casi la mitad.
Aunque llevan los pies desechos, no piensan en flaquear en su objetivo de llegar al norte, reconocieron Juan Ocampo y Jessenia Rodríguez, una pareja de nicaragüenses que viaja con dos menores.
Los niños se han enfermado pero “vamos a seguir hasta el fin, para adelante”, expresó Ocampo. “Cueste lo que nos cueste y el tiempo que nos lleve”.
En dos semanas, la caravana ha recibido dos intentos de detención con saldo de heridos.
El viernes se registró un amago de parte de las autoridades y fue el mayor despliegue visto con cientos de elementos de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración tanto al frente como en la retaguardia, pero al final se retiraron al caer la noche.
Cerca de un centenar de migrantes rezagados de la caravana se enfrentó el jueves con piedras y palos a efectivos de la Guardia Nacional que intentaban detenerlos, lo que dejó cinco elementos heridos.
El choque entre los oficiales y los migrantes ocurrió a escasos kilómetros del municipio sureño de Pijijiapan, en el estado de Chiapas, de donde partió la caravana el jueves para continuar su camino hacia Ciudad de México.
Durante el despliegue, los elementos militares detuvieron a unos 30 extranjeros y pretendieron ir por otro grupo de migrantes, pero estos los recibieron con palos y piedras, obligando a los efectivos a replegarse.
El incidente tuvo lugar días después que elementos de la Guardia Nacional dispararon contra una camioneta con 14 migrantes que evadió un puesto de control, incidente que dejó un muerto y cuatro heridos. Los militares dijeron que abrieron fuego cuando el vehículo intentó embestirles.