DOHA, Catar
Los talibanes les arrebataron su Gobierno, pero no sus sueños. Somaya Faruqi y Ayda Haydarpour son parte del Afghan Girls Robotics Team y junto con otras de sus compañeras huyeron de Afganistán el pasado 17 de agosto cuando los insurgentes tomaron el poder.
"Por semanas y días estuvimos en shock. todo en Afganistán de repente cambió", cuenta Ayda, de 16 años. Las jóvenes pasaron tres días en la calle intentando llegar al aeropuerto de Kabul y tomar un vuelo para salir del país hasta que obtuvieron asistencia del Gobierno de Qatar. Las imágenes que vieron, recuerda Somaya, fueron terribles. Las peores de ellas fue ver cómo padres se separaban de sus hijos en medio del tumulto y la conmoción. "Vimos niños perder a sus padres, gritar sus nombres para encontrarlos, y algunos padres que salieron del país perdieron a algunos de sus hijos o a algún miembro de su familia. Fue una situación muy difícil para nosotras", señala Somaya, capitana del Afghan Girls Robotics Team, a REFORMA. "Fuimos nueve las niñas (del equipo) que logramos salir de Afganistán.
Todas estábamos solas, pero nos teníamos una a la otra", agrega Ayda. En Doha, la capital qatarí, ambas han retomado sus estudios y aunque se sienten contentas y aliviadas por ello, también las envuelve la tristeza y preocupación por la situación de quienes se quedaron atrás. Ante eso, tienen la convicción de luchar por las demás afganas, y una forma de ello, coinciden, es continuando con sus estudios y demostrar lo que las afganas pueden lograr si se les da la oportunidad de seguir estudiando. Como parte de eso, alistan una exhibición este año de todos los avances tecnológicos que construyeron y que se quedaron en Afganistán.
"En unos meses, vamos a tener una exposición en Doha, y vamos a reconstruir todo lo que construimos en Afganistán, todos nuestros dispositivos y robots que no nos pudimos traer, y vamos a invitar a muchísima gente para que vea nuestros logros en robótica", adelanta Ayda, estudiante de onceavo grado. "Queremos demostrarles lo que pueden llegar a alcanzar las niñas afganas si se les da la oportunidad de continuar", añade Somaya, quien señala a las niñas de su país como su fuente de inspiración. "Cuando veo las ganas que tienen de ser educadas, que tienen interés en distintos campos como el equipo de robótica y la tecnología, eso me hace querer usar la oportunidad que yo tengo para brindarles a ellas más oportunidades, eso me hace seguir mi camino de convertirme en una persona exitosa que las ayude a alcanzar sus metas y sus sueños". El miedo Ayda y Somaya, junto con el resto del equipo de robótica, nacieron después de la guerra que lanzó Estados Unidos en 2001, en la que derribó al entonces Gobierno talibán. Las jóvenes crecieron en un país mucho más libre, en el que se otorgó a las mujeres los derechos que por mucho tiempo les habían sido negados, entre ellos el de estudiar.
Pero desde agosto del año pasado, tras la salida de las tropas estadounidenses, la situación cambió, y aquello que ellas sólo habían escuchado como parte de la historia se volvió de nuevo realidad. Ayda y Somaya vivían en Herat, la tercera ciudad más grande del país y donde recientemente los talibanes dieron la orden de decapitar los maniquíes que exhiben ropa de mujer. Las dos mantienen comunicación con algunas de sus amigas y familiares. "Es una situación muy difícil para ellas. Las escuelas han cerrado y las mujeres no tienen derechos, no pueden ir a la escuela o a la universidad, no tienen su libertad legal", dice Somaya. "La mayoría de ellas tienen sueños, y no sabemos lo que va a pasar con esos sueños". Ayda resalta que cuando el equipo de robótica se formó llevaba por nombre Soñadoras. Orgullosas, las jóvenes, que en diciembre pasado participaron en la cumbre de WISE que organiza la Fundación Qatar para la innovación en la educación, destacan que el Afghan Girls Robotics Team fue el primer equipo de robótica de Afganistán y fue integrado completamente por mujeres.
El grupo se formó en 2017 por iniciativa del Digital Citizen Fund, una organización que trabaja en el empoderamiento y educación de las niñas y mujeres en los países en desarrollo. "Cuando tenía 12 años vi que había un centro que estaba enseñando robótica, programación y codificación; me interesé y pasé el examen que fue entre cientos de niñas en Afganistán", cuenta Ayda, quien descubrió su interés en el sector gracias a los videojuegos. Somaya destaca que el equipo que un inicio se formó con apenas seis integrantes, y hoy son 50.
Ambas quieren graduarse de la universidad y desarrollarse como ingenieras. Ayda sueña con tener su propia empresa y establecer una fundación por la educación de todas las niñas y niños en Afganistán. Somaya quiere ser un modelo a seguir. "Cuando estaba en Afganistán me imaginaba mi futuro como ingeniera mecánica y ya, pero ahora lo imagino diferente: primero, ser una persona exitosa en la ingeniería mecánica; segundo, ser una niña valiente, que alce la voz de millones de niñas que están en Afganistán y no pueden alzar su voz, y luchar por sus derechos; y tercero, ser una maestra con experiencia para ellas", describe. "Empecé en la robótica cuando tenía 14 años, y ahora tengo 19, y en este tiempo he aprendido muchas cosas. En 10 años, volveré a Afganistán y compartiré mi experiencia y conocimiento con las generaciones afganas". 'No abandonen al pueblo' Por último, las jóvenes hacen un llamado a la comunidad internacional a no dejar sola a la población afgana. Asimismo, piden al nuevo Gobierno de Afganistán que permita a los niños y niñas asistir a la escuela.
"El futuro de Afganistán sólo va a cambiar con una población educada. Si no les permitimos ir a la escuela o a la universidad, no podremos construir Afganistán como un nuevo país", zanja Ayda. Mientras, Somaya aconseja a las niñas de su país no dejar de creer en sí mismas. "Si tienen un sueño, crean en ustedes, porque una vez que la confianza muere, el sueño muere. Si crees en ti misma, serás imparable", concluye.