WASHINGTON
La invasión rusa de Ucrania provocó un aluvión de nuevas sanciones financieras el jueves. Estas medidas buscan aislar, castigar y empobrecer a Rusia en el largo plazo. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció restricciones en las exportaciones a Rusia y medidas contra sus bancos y empresas estatales.
Pero Biden restó importancia a la necesidad de bloquear a Rusia del SWIFT, señalando que aunque “siempre” será una opción, “ahora mismo esta no es una posición que el resto de Europa quiera adoptar”. Además, el mandatario sugirió que las medidas adoptadas tienen más fuerza.
“Las sanciones que hemos impuesto exceden al SWIFT”, afirmó Biden en respuesta a una pregunta el jueves. “Vamos a mantener una conversación en mes, más o menos, para ver si están funcionando”.
Algunos así, algunos líderes europeos, incluso en Gran Bretaña, están a favor de dar el paso adicional de bloquear a Rusia en SWIFT, un consorcio con sede en Bélgica empleado por bancos y otras instituciones financieras y que sirve como una línea de comunicaciones clave para el comercio en todo el mundo. El año pasado, el sistema SWIFT envió un promedio de 42 millones de mensajes diarios para realizar pagos. Su nombre es el acrónimo de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunications (Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales), y alrededor de la mitad de los pagos de alto valor transfronterizos pasan por esta plataforma.
Ucrania ha tratado de dejar a Rusia fuera del sistema, pero varios líderes europeos prefieren esperar porque un veto podría dificultar el comercio internacional y perjudicar a sus economías.
“Varios países dudan ya que tiene graves consecuencias para ellos”, señaló el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, quien cree que esta medida debería ser el último recurso.
El gobierno británico, por su parte, dijo que su primer ministro, Boris Johnson, presionó durante la reunión virtual del G7 el jueves para la expulsión de Moscú del SWIFT. Añadió que “no hubo retroceso”, pero se acordó que hacía falta un mayor debate sobre el tema. Los funcionarios británicos no confirmaron si Alemania se resistía a la medida.
El problema es que impedir la participación de Rusia podría no aislarla de la economía global de una forma tan limpia como creen quienes defienden la medida. Además, podría traducirse en un crecimiento internacional más lento. Y los sistemas de mensajería rivales podrían ganar usuarios de forma que se erosione el poder del dólar estadounidense. Esto ha hecho que el SWIFT se quede en la recámara de las sanciones.
“Es es una plataforma de comunicación, no un sistema de pagos financieros”, dijo Adam Smith, un abogado que trabajó en el gobierno del expresidente estadounidense Barack Obama. “Si eliminas a Rusia del SWIFT, la estás sacando de una arteria clave para las financias, pero puede emplear herramientas previas al SWIFT como el teléfono, el télex o el correo electrónico para ejecutar las transacciones entre bancos”.
El otro riesgo es que los países puedan migrar sus instituciones a otras plataformas, como un sistema desarrollado por China. Esto incrementaría la fricción en el comercio global, perjudicando el crecimiento, y complicaría el control de las finanzas de los grupos terroristas.
“Al politizar el SWIFT se incentiva a otros a desarrollar alternativas”, dijo Brian O’Toole, miembro del Atlantic Council y exfuncionario del Tesoro. “SWIFT es también un socio importante en los esfuerzos estadounidenses y europeos en la lucha contra el terrorismo. Comparte datos con el Tesoro de Estados Unidos relacionados con la lucha antiterrorista que han demostrado ser de gran valía”.
Según los expertos, Rusia se ha preparado ya para encontrar formas de eludir las sanciones, incluyendo las impuestas esta semana.