DETROIT — Pese a que la pandemia continúa, la población en Estados Unidos cuenta con cheques por desempleo, los mercados financieros al alza y un aumento en los precios de las viviendas. Es por ello que mucha gente tiende a gastar, y mucho. Y debido a que la demanda del consumidor impulsa gran parte de las economías estadounidense y mundial, esa demanda está causando una gran escasez de productos.
Si a ello se suma el hecho de que las compañías están pidiendo y almacenando más productos de los que necesitan para no quedar desabastecidas, se hace evidente que se trata de un círculo vicioso: la demanda casi insaciable magnifica la escasez de provisiones.
Es ahí donde radica el mayor problema: Los abastecedores fueron tan sorprendidos por el súbito aumento de la demanda una vez levantadas las restricciones al contacto social, que no llegan a nivelarse. Eso sucede especialmente porque los estadounidenses, que siguen en muchos casos encerrados en sus casas debido a la pandemia, continúan gastando más en productos —electrónica, muebles, electrodomésticos, artículos deportivos— que en servicios como hoteles, cenas fuera de casa y boletos de cine. Toda esa demanda por productos, a cambio, está ayudando a acelerar la inflación en Estados Unidos.
A menos que haya un aumento en los gastos por servicios o que ocurra otra cosa que lleve a la gente a dejar de comprar tanto, la tendencia podría continuar hasta ya entrado 2022 o incluso antes de 2023, antes que la cadena de suministros global recupere cierta normalidad.