PARÍS
Su brutal pasado colonial, sus estrictas normas laicas y un presidente que habla sin rodeos y es considerado como insensible hacia la fe islámica juegan un papel.
Mientras Francia redobla su seguridad y llora a los tres muertos en un ataque con arma blanca en una iglesia el pasado jueves -el último de varios atentados atribuidos a extremistas islámico en los últimos años-, ofrecemos un repaso a algunos de los motivos para esa hostilidad.
HISTORIA
Francia es el país de la Europa occidental con una población musulmana más numerosa, más de 5 millones en una nación de 67 millones de personas. Es una herencia del dominio colonial galo, que se extendía por amplias regiones de África y Oriente Medio.
Pero los esfuerzos del país por integrar a los inmigrantes musulmanes han sido irregulares. La doctrina oficial francesa de no prestar atención a las diferencias pretende dejar de lado el pasado étnico y religioso de la gente y ver a todos los ciudadanos como franceses por igual. En realidad, esa idea a menudo alimenta en lugar de evitar la discriminación contra aquellos que se ven, se visten o rezan de forma distinta a la mayoría católica histórica.
Hay una cantidad desproporcionada de musulmanes en los barrios más pobres y marginados de Francia, así como en las prisiones. Eso ha criado a personas desarraigadas y descontentas que ven su país como pecaminoso e irrespetuoso hacia las tradiciones islámicas, o simplemente racista contra los árabes e inmigrantes de tierras que en el pasado enriquecieron al imperio francés.
Aunque varios ataques extremistas recientes en Francia fueron obra de personas nacidas en el extranjero, buena parte del derramamiento de sangre de los últimos años se debió a jóvenes nacidos en Francia, muchos de ellos vinculados al grupo extremista Estado Islámico.
PRESENCIA MILITAR
Francia mantiene una actitud más intervencionista que Gran Bretaña en sus antiguas colonias, especialmente en sus lazos económicos y culturales, y eso también se aprecia en el despliegue de tropas francesas en el extranjero.
En los últimos años, fuerzas galas han intervenido contra extremistas islámicos en Mali y Siria, dos territorios que estuvieron controlados por Francia. Hay miles de soldados franceses desplegados en antiguas colonias en la región africana del Sahel con esa misma misión.
El grupo EI, Al Qaeda y otros extremistas responden a la presencia militar francesa con llamadas rutinarias a la venganza en suelo francés, con la esperanza de obligar a París a retirar sus fuerzas.
ESTRICTO LAICISMO
Buena parte del descontento actual deriva de la reciente republicación por parte del semanario satírico Charlie Hebdo de unas caricaturas del profeta Mahoma. Las imágenes cómicas del fundador del islam ofendieron profundamente a muchos musulmanes, que las consideran sacrílegas. Pero las caricaturas se publicaron originalmente en Dinamarca en 2005, y en otros países que dan gran valor a la libertad de expresión se han reproducido imágenes similares.
Aunque las autoridades francesas suelen decir que su país es atacado por su reputación como la cuna de los derechos humanos y defensor global de la democracia, lo que distingue a Francia es sobre todo su inusual compromiso con el laicismo.
El concepto a menudo mal comprendido del laicismo francés está consagrado en la constitución del país. Nació en una ley de 1905 que separaba la Iglesia del estado y pretendía permitir la coexistencia pacífica de todas las religiones dentro de un estado neutral, en lugar de mantener un gobierno que respondiera ante los influyentes clérigos católicos. En una momento dado, los crucifijos fueron retirados de las aulas escolares en Francia en medio de un doloroso debate público.
Un siglo más tarde, los sondeos sugieren que Francia es uno de los países menos religiosos del mundo, aunque una minoría asiste con regularidad a servicios religiosos. El laicismo tiene un amplio apoyo tanto en la izquierda como en la derecha.
Conforme crecía el número de musulmanes en Francia, el estado fue imponiendo normas laicas sobre sus prácticas. La norma de 2004 que prohibió los velos y otros símbolos religiosos evidentes sigue siendo divisiva, si no chocante fuera de Francia. Una ley de 2011 que prohibía los velos que cubren el rostro hizo que los musulmanes volvieran a sentirse estigmatizados.
UN PRESIDENTE QUE HABLA SIN RODEOS
Francia ha sufrido ataques extremistas durante las últimas décadas, con líderes de todo el espectro político. Pero el actual presidente, el centrista Emmanuel Macron, es un blanco especialmente popular. Esta semana, manifestantes en protestas en varios países quemaron o pisotearon su retrato.
Eso se debe en parte a los planes de Macron para perseguir el fundamentalismo islámico que, según dice, está volviendo a algunas comunidades contra el estado y amenazando los pilares de la sociedad francesa, escuelas incluidas. Tras los recientes ataques extremistas, su gobierno expulsó a musulmanes acusados de predicar intolerancia y cerró grupos que se consideró socavaban las normas o leyes francesas.
Las palabras empleadas por el presidente también han causado indignación. Dijo que la nueva ley irá contra el “separatismo” islamista, un término que provocó temores a que se agrave el desarraigo de los musulmanes franceses.
En un homenaje a un maestro decapitado por mostrar las caricaturas de Mahoma en su clase, Macron dio un discurso defendiendo la tolerancia, el conocimiento y la libertad religiosa. Pero provocó indignación, incluida la del presidente turco, al decir: “No renegaremos de las caricaturas”, y afirmar que Francia debe “minimizar a los islamistas”.
Macron había descrito antes el islam como una “religión que está en crisis en todo el mundo”, con posiciones “endureciéndose” en muchos países musulmanes.
En cuanto a las protestas en contra de Francia, el mandatario tuiteó: “No cederemos, nunca”.