Alumnos “fachada”, el espionaje militar en el caso Iguala

Documentos desclasificados revelan que la Sedena infiltró la Normal de Ayotzinapa desde 2011, que altos mandos militares fueron informados en tiempo real sobre los planes de los normalistas para secuestrar autobuses y sobre los sucesos del funesto 26 de septiembre de 2014

CIUDAD DE MÉXICO

Conforme se abren los archivos de la Sedena toma forma el papel que el Ejército tuvo antes, durante y después de la trágica noche del 26 de septiembre de 2014, en la cual fueron desaparecidos de manera forzada 43 normalistas de Ayotzinapa, caso que marcó la presidencia de Enrique Peña Nieto, y cuyo esclarecimiento se mantiene como una de las promesas incumplidas del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La desclasificación de los registros confirma que tres años antes de la funesta noche, las actividades de los normalistas eran vigiladas por todas las agencias gubernamentales de inteligencia.

De manera particular, el sistema de inteligencia militar, coordinado desde el Centro Militar de Información, de la Sección Segunda del Estado Mayor de la Defensa Nacional, recurrió a la infiltración de su personal vía alumnos “fachada”, para informar a los altos mandos militares de Lomas de Sotelo lo que ocurría dentro y fuera de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, icónica escuela por ser cuna de guerrilleros como Lucio Cabañas.

Con la apertura de los archivos, ordenada por López Obrador hace año y medio, se sabe que días antes de la tragedia de Iguala, personal militar adscrito a los Órganos de Búsqueda de Información (OBI), adscrito al Pelotón de Información de la 35 Zona Militar en Chilpancingo, dio cuenta de las actividades programadas por los estudiantes.

De acuerdo con la información a la que Proceso accedió, el 22 de septiembre de 2014, con datos recabados de uno de esos elementos, desde Chilpancingo se notificó a la Sección Segunda de Inteligencia Militar, en la central de Lomas de Sotelo, sobre las actividades acordadas por el Comité Estudiantil Ricardo Flores Magón, para acudir al 46 aniversario de la matanza de Tlatelolco.

En el informe se relata que entre los acuerdos a cumplirse esa semana estaba la “retención” de 15 autobuses de pasajeros de las empresas Estrella de Oro y Estrella Blanca, para desplazarse a la Ciudad de México.

Con la información del OBI infiltrado entre el alumnado de la escuela normal rural, se reporta que ese mismo 22 de septiembre, a las 09:40 horas, unos 40 jóvenes abordaron el autobús 1544 de la empresa Estrella de Oro, con rumbo a la comunidad de Buenos Aires, municipio de Atoyac, para recabar dinero, vía boteo, así como para “extraer” diesel de los vehículos que circulen por esa vialidad.

La vigilancia cercana que el sistema de inteligencia militar tenía sobre la normal de Ayotzinapa y sus alumnos se revela en un registro del 29 de septiembre de 2014, días después de la trágica noche de Iguala, en el cual se advierte a la superioridad de Lomas de Sotelo que uno de los OBI adscritos a la comandancia de Chilpancingo se encontraba en la lista de los estudiantes desaparecidos, que en un principio se cifró en 57.