Ciudad de México.- El mundo demanda más alimentos sanos y nutritivos, producidos con un uso responsable de los recursos naturales.
Una agricultura intensiva en conocimientos, con rostro humano, construida en un marco de cooperación múltiple y con fuertes vínculos con la salud y en armonía con el ambiente, es la respuesta a esos retos.
El marco adecuado para construir esa agricultura es el que permitirá agregar valor en la ruralidad y promover el desarrollo sostenible, apuntando a saldar una deuda con nuestras sociedades: la de una industrialización inteligente que convierta a nuestros campos en una gran fábrica de alimentos, de bioenergías y biomateriales, generando empleos, progreso y bienestar en la ruralidad.
Si desde el origen de la vida humana la actividad agrícola ha sido entendida como un conjunto de técnicas y conocimientos para el cultivo de la tierra y durante siglos la agricultura y la alimentación fueron consideradas dos caras de una misma moneda, las enormes posibilidar