La directriz previa de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), emitida hace seis años, ayudó a frenar la avalancha de prescripciones que desató la peor epidemia de sobredosis en la historia de Estados Unidos. Pero hizo también que muchos médicos se apresuraran demasiado a retirar los analgésicos a pacientes y a ser demasiado estrictos a la hora de recetarlos a quien pudieran necesitarlos, dijeron los CDC.
“Comenzamos a escuchar cómo las directrices estaban siendo mal usadas y aplicadas”, dijo Christopher Jones, de los CDC y coautor de la propuesta para nuevas directrices.
Los cambios, contenidos en un documento de 229 páginas de actualización en el Registro Federal, retirarían algunos límites sugeridos sobre los fármacos. Su publicación abre un periodo de 60 días para comentarios del público. Los CDC ponderarán los comentarios antes de finalizar las directrices actualizadas.
La intención es promover la atención individualizada al paciente, dijo Jones. Ofrece además más opciones para tratar el tipo de dolor agudo a corto plazo que sigue a operaciones o lesiones.
Una experta expresó cautela inicial sobre la revisión propuesta.
Las directrices de 2016 ayudaron a reducir las prescripciones inapropiadas y peligrosas, indicó la doctora Adrienne Fugh-Berman, del Centro Médico de la Universidad de Georgetown. Dijo que entre sus críticos han estado pacientes con dolor, pero también productores de analgésicos y los grupos que éstos financian.
“No hay nada malo con las directrices originales”, dijo Fugh-Berman, que ha servido como testigo por los demandantes en causas contra las prácticas de comercialización de compañías farmacéuticas.
Los opioides pueden ser importantes para tratar dolores severos por cáncer, cirugías y lesiones graves. Pero pueden ser adictivos, incluso cuando se usan bajo instrucciones del médico.
A partir de la década de 1990, algunos productores de drogas y especialistas en dolor promovieron un uso más extendido de los analgésicos para tratar dolores más comunes como el de espalda y la artritis. Esa campaña estuvo vinculada con el marketing de medicamentos como OxyContin, que fueron calificados de menos adictivos que otros opioides.
Cuando las muertes por sobredosis en Estadios Unidos comenzaron a dispararse, los analgésicos por prescripción fueron identificados como una causa central. Los gobiernos trataron de restringir las prescripciones, pero la epidemia de sobredosis empeoró, y hubo las personas adictas a las píldoras que comenzaron a consumir heroína y luego fentanilo.
Ese tipo de drogas ilegales inyectables es asociado ahora con la mayoría de las muertes por sobredosis en Estados Unidos.