KABUL — Aproximadamente una tercera parte de los 38 millones de habitantes de Afganistán no saben si podrán comer todos los días, declaró Ramiz Alakbarov, coordinador humanitario de la ONU en el país.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha traído comida y la ha repartido a decenas de miles de personas en las semanas recientes, pero con la inminente llegada del invierno y la sequía reinante, se requieren por lo menos 200 millones de dólares para alimentar a los afganos más vulnerables, señaló.
“La difícil temporada de invierno se está acercando, y si no llegan más fondos, la reserva de alimentos se agotará para fines de septiembre”, destacó en conferencia de prensa virtual.
Previamente, funcionarios de la ONU dijeron que de los 1.300 millones de dólares necesarios para las labores de asistencia, se ha recibido sólo el 39%.
El Talibán, que tomó el poder en una campaña militar relámpago poco antes de la retirada militar de Estados Unidos, debe ahora gobernar un país que depende fuertemente de la asistencia internacional y que se encuentra sumido en una grave crisis económica. Además del desabasto de alimentos, los empleados públicos llevan meses sin sueldo y la moneda nacional está en franca depreciación. La mayoría de las reservas en divisas están congeladas en bancos en el extranjero.
Mohammad Sharif, un comerciante de Kabul, dijo que las tiendas y mercados de la zona tienen suministros, pero una de las principales preocupaciones es el aumento en los precios de los alimentos.
“Si la situación continúa así y no hay un gobierno que controle los precios, eso le causará muchos problemas a la gente local”, declaró.
Tras la retirada estadounidense, muchos afganos esperan ansiosos a ver cómo gobernará el Talibán. El movimiento islamista radical, antes de ser derrocado por la invasión multinacional en el 2001, impuso un brutal régimen fundamentalista que prohibía la educación de las niñas, prohibía a las mujeres salir de sus casas y prohibía la televisión, la música e incluso la fotografía.
Ahora el Talibán dice que gobernará con más moderación. Hoy en día hay escuelas donde hay niños y niñas, aunque el Talibán dice que tendrán que estudiar en aulas distintas. Hay mujeres en las calles con el pañuelo tradicional sobre la cabeza, pero no con la burka que les cubre de pies a cabeza y que el Talibán les obligaba a vestir en su régimen anterior.
Los afganos no sólo temen el regreso del sistema fundamentalista anterior, sino que también consideran que la economía del país no ofrece oportunidades. Es por ello que decenas de miles de habitantes intentaron salir en la caótica evacuación de las últimas semanas.