Mariupol, la estratégica ciudad portuaria asediada y bombardeada por las tropas rusas, se asoma este domingo al desastre después del fracaso del segundo intento de alto fuego para evacuar a cientos de miles de personas atrapadas en la ciudad, que se ha convertido en una ratonera. Mientras, el Ejército ruso ha redoblado su ofensiva contra Kiev: el suburbio de Irpin, a 25 kilómetros de la capital ucrania, se encontraba este domingo bajo un intenso bombardeo de artillería, mientras los civiles trataban de huir entre el sonido constante de los bombazos.
Tras una conversación con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que no tenía intención de frenar la ofensiva. Según el resumen de la conversación ofrecida por el Kremlin, Rusia solo detendrá sus operaciones militares si Ucrania deja de combatir y se cumplen las exigencias de Moscú. Putin sostuvo que la operación se desarrolla según el plan y el calendario previstos, y que espera que los negociadores ucranios adopten un enfoque más constructivo en las conversaciones previstas para el lunes y tengan en cuenta la realidad sobre el terreno, según ha informado el Kremlin.
Rusia y la Guardia Nacional de Ucrania se acusaron mutuamente de impedir el establecimiento de un corredor humanitario en Mariupol. La televisión Ukraine 24 mostró a un combatiente del regimiento Azov de la Guardia Nacional que sostuvo que las fuerzas rusas que han rodeado la ciudad portuaria de unos 400.000 habitantes seguían bombardeando las zonas que, en teoría, deberían estar protegidas por el alto el fuego. Por su parte, la agencia de noticias Interfax citó a un funcionario de la Administración separatista de Donetsk que acusó a las fuerzas ucranias del fracaso del alto el fuego.
Los funcionarios locales de Mariupol tenían programado que un convoy encabezado por la Cruz Roja ayudase a sacar a la población civil del municipio, completamente sitiado por las tropas rusas y sin agua, calefacción, electricidad ni cobertura de teléfono o internet desde hace varios días. Este domingo por la mañana las autoridades locales habían dicho a los residentes que se reunieran en tres lugares diferentes de la ciudad y que estuvieran preparados para la evacuación, informa The New York Times, aunque el plan de evacuación no pudo llevarse a cabo, según las confusas informaciones sobre el terreno.
La salida de civiles acordada un día antes, el sábado en Mariupol y en la pequeña localidad sureña de Volnovaja, también en condiciones críticas, tuvo que suspenderse por el fracaso del alto el fuego de solo cinco horas en esas poblaciones, pactado por Kiev y Moscú. El Gobierno ucranio acusó al Kremlin de bombardear la zona establecida como corredor humanitario para la salida de los civiles y la entrada de productos sanitarios y medicamentos, y de utilizar “artillería pesada y cohetes” contra Mariupol, ciudad que Rusia pretende controlar. El presidente ruso, Vladímir Putin, culpó a las autoridades ucranias de “sabotear” el acuerdo y el corredor para civiles.
Situación desesperada
Cientos de miles de personas resisten desde hace cuatro días en condiciones límite en Mariupol. “Ayer recogimos agua de nieve y de lluvia para poder beber. Hoy hemos tratado de conseguir agua en las distribuciones, pero la cola es enorme”, relataba el sábado uno de los trabajadores en la zona de Médicos sin Fronteras (MSF) en una nota enviada por la organización, que ha advertido de que la situación en la ciudad es crítica.
Una mujer que lograba salir de Mariupol la noche del sábado contaba que los disparos en las calles no cesan, que los supermercados están desabastecidos y venden los alimentos que quedan, muchos ya caducados, informa Margaryta Yakovenko.
Residentes y funcionarios locales describieron a The New York Times condiciones de “pesadilla” después de cuatro días de bombardeos de las fuerzas rusas a la ciudad. “La gente bebe de los charcos en las calles”, dijo Petro Andryushchenko, asesor del alcalde de Mariupol, de casi medio millón de habitantes. “No hay electricidad, calefacción ni conexión telefónica. Es un horror absoluto”. El bombardeo ha destruido el distrito de la orilla izquierda de la ciudad, que ahora “es incompatible con la vida humana”, consideró Andryushchenko.
Mientras, la ofensiva rusa se ensaña también con la zona de Kiev. Varios proyectiles de mortero han caído a lo largo de la mañana de este domingo en la carretera por la que están siendo evacuados a pie los civiles de la localidad de Irpin en dirección a Kiev ?las dos localidades están a unos 20 kilómetros—. Hay, al menos, tres muertos causados por uno de esos morteros en el cruce principal del pueblo de Romanov, según han confirmado a EL PAÍS varios reporteros presentes durante los ataques. Los cuerpos permanecían tapados delante de la iglesia y del monumento a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, a escasos metros de donde el ejército ucranio tiene un destacamento en retaguardia, desde el que salen constantemente militares hacia la línea del frente.
Los morteros cayeron repetidamente en el mismo lugar por el que los últimos días pasan sin parar miles de vecinos camino de Kiev. La mayoría son mujeres y niños que, en algunos casos, van acompañados por los hombres que, posteriormente, regresan a la localidad y colaboran en su defensa. Romanov contaba hasta el comienzo de la guerra el 24 de febrero con unos 2.000 habitantes. Esta localidad tenía uno de los dos puentes que dan acceso a Irpin y que los propios militares locales dinamitaron la semana pasada para tratar de frenar el avance de las tropas del Kremlin.
La huida de ciudadanos de Ucrania tampoco deja de crecer. Filippo Grandi, alto comisionado de refugiados de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, ha informado este domingo de que Naciones Unidas eleva ya a 1,5 millones las personas desplazadas desde Ucrania hacia los países limítrofes por culpa de la invasión de Rusia hace 11 días.
La directora de operaciones de Médicos Sin Fronteras, Christine Jamet, ha exigido este domingo que se reanuden las evacuaciones. “Las personas que buscan seguridad tienen que poder ponerse a salvo sin miedo a sufrir los efectos de la violencia”. La ONG considera que los corredores humanitarios no son suficientes. “El paso y acceso seguro para la ayuda humanitaria debe ser un derecho, no un privilegio”, sostienen en un comunicado.
“Hemos sido testigos, en varias ocasiones, de cómo se alentaba a los civiles a salir a través de corredores de evacuación civil con límites de tiempo, y de cómo, todos aquellos que no pudieron o no quisieron huir, se encontraron con una violencia extraordinaria e indiscriminada desatada contra todo el mundo y contra todo lo que quedaba atrás, incluyendo muchos médicos y civiles”, ha aseverado Stephen Cornish, director general de la organización, que ha pedido a todos los militares que luchan en este conflicto que respeten las reglas de la guerra; que tomen todas las precauciones para evitar dañar a la población civil y que los consideren como civiles en todo momento.