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Optimismo

Buena suerte Trino

Es claro que los partidos se esfuerzan por ignorar la realidad  y que aumenta el número de ciudadanos deseosos de “hacer algo” para combatir la violencia, la corrupción y la impunidad. ¿Qué pasará en 2015? 

Tienen razón los manuales de autoayuda porque el estado de ánimo y la actitud sí cuentan, y mucho. Quien busque cambiar en algo la realidad tiene que sobreponerse a la apatía, la desesperación o la depresión (propia y del entorno) y ello supone la creencia de que el futuro será mejor si se hace tal o cual cosa. En el trasfondo está una lectura positiva de la condición y la experiencia humanas y del poder curativo de la voluntad. En sus Meditaciones Marco Aurelio es enfático al asegurar que “la vida de un hombre es lo que sus pensamientos quieren que sea”. 

Optimismo

Estos enfoques fácilmente desembocan en el voluntarismo y las ensoñaciones que se combaten de tres maneras: 1) haciendo una buena lectura del contexto; 2) adoptando una estrategia realista y viable; y 3) siendo claro sobre el lugar que se ocupa.  

La comprensión del entorno requiere información confiable. Tengo cifras para hacer dos afirmaciones: pese a mitos muy difundidos, los mexicanos no somos pasivos ni carecemos de conciencia; el problema viene de que la mayor parte de la sociedad desconoce la manera de organizarse para participar y que faltan amarres institucionales. Con la alternancia se mantienen las mismas tasas de involucramiento porque partidos y gobiernos hacen todo lo posible por contener y frenar la entrada ciudadana en los asuntos públicos. Los partidos conceptualizan a las palancas del gobierno como sus juguetes exclusivos. 

Uno de los indicadores más precisos y actuales sobre la manera en que piensan está en los anuncios que difundirán los partidos durante las elecciones de 2015 (para observarlos véase: http://pautas.ife.org.mx/. Provoca indignación y risa ver la manera como los principales partidos presumen —con un optimismo sin fundamento— de lo mucho que han hecho. Lógicamente solicitan que se les refrende en los cargos. 

Los tricolores presumen: “los gobiernos del PRI te dan resultados”; los panistas sacan el pecho para gritar “[¡]claro que podemos[¡]”; los amarillos no se ruborizan cuando dicen que “el PRD ha impulsado logros que de veras le sirven a la gente” y los verdes se acurrucan tras la saturación de tres palabras: “El Verde cumple”. Los otros sólo llaman a la unidad entre partido y pueblo (por ahora dejo fuera los anuncios de los nuevos porque falta averiguar de qué están hechos). 

Ninguno de los diez gladiadores políticos invitan a la ciudadanía a vigilarlos y exigirles, tampoco se comprometen a respaldar la organización ciudadana ni prometen luchar por reducir a la mitad las prerrogativas públicas. Niegan, agarraditos de la mano, la indignación ciudadana porque ninguno tiene propósito de enmienda y porque en el fondo, y aunque se enojen, “todos son iguales” a la hora de excluir a la ciudadanía.

Esta lectura de la realidad establece los márgenes para la acción ciudadana. Pululan los escritos bien intencionados que ponen como interlocutor a un imaginario gobernante ilustrado que está deseoso de recibir buenas ideas. Salvo las excepciones obligadas, es un ejercicio fútil. Quienes detentan el poder sólo responden a los argumentos cuando estos tienen tras de sí un grupo social organizado en torno a agendas mínimas y claras. 

México ya cuenta con una sociedad civil pequeña pero profesional y bien organizada que presiona permanentemente al Estado en un buen número de temas. Hay, sin embargo, un déficit en la participación cívica. Se necesita más, mucha más, y de mejor calidad. Están dadas las condiciones para que crezca exponencialmente el involucramiento de personas que se sumen a lo que será una guerra de trincheras de larga duración. 

Este involucramiento requiere un gran realismo a la hora de planificar y actuar en torno a metas concretas y viables. Es mejor empezar con acciones pequeñas que desgastarse en aventuras irreales. Hay que atender, además, la diversidad de condiciones. No es lo mismo organizarse en el Distrito Federal que en Tamaulipas o Puebla. En suma, es fundamental tener claridad sobre los espacios que se ocupan.

En 2015 los gobernantes seguirán aferrados al poder. Solo cederán cuando sientan una presión social que debe desplegarse de manera permanente en todos los frentes posibles. No hay batalla menor, ni lucha intrascendente. De la sociedad depende el futuro de México. Asumámoslo.