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Las facturas del pasado

Aunque el cambio climático ha ampliado y diversificado el área donde pasan tornados, esos fenómenos que se caracterizan por copiosas lluvias, acompañadas de vientos huracanados y ocasionalmente caída de granizo (ayer, fue Acuña, Coahuila, luego de que en Reynosa se presentaran fuertes trombas y precipitaciones pluviales excesivas), no puede afirmarse que se trate de fenómenos inéditos; ya han ocurrido previamente.

Aunque el cambio climático ha ampliado y diversificado el área donde pasan tornados, esos fenómenos que se caracterizan por copiosas lluvias, acompañadas de vientos huracanados y ocasionalmente caída de granizo (ayer, fue Acuña, Coahuila, luego de que en Reynosa se presentaran fuertes trombas y precipitaciones pluviales excesivas), no puede afirmarse que se trate de fenómenos inéditos; ya han ocurrido previamente.

Lo que no tiene precedente son los daños que provocan las torrenciales lluvias, que en pocos minutos anegan partes importantes de la ciudad, poniendo en peligro la seguridad de la población, como se ha visto este año. Esa es la factura que cobra la madre Natura a quienes no han entendido que nada puede el ser humano en su contra y que, más tarde o más temprano, habrá de cobrar a quienes no escuchan sus avisos. Lo malo es que no pagan los culpables, sino las mismas víctimas que han caído en las garras de su avaricia.

Las facturas del pasado

De tarde en tarde, se presentan periodos de mucha lluvia, como también de excesiva sequía. ¿Quién no recuerda el tornado que azotó Piedras Negras en el año 2007?, o la tromba que inundó Reynosa en junio del 2011, tras casi un año de que no se registraban precipitaciones pluviales, con al menos unas 10 colonias afectadas con inundaciones de más de 40 centímetros; la de septiembre del 2013 o la más reciente de hace seis días.

La comarca está situada dentro de la zona de influencia de los ciclones que se presentan en el Golfo de México, no de hora, sino prácticamente desde la conformación de la actual geografía; pero, ahora, el agua que se precipita torrencialmente causa más daños por la irracionalidad del crecimiento población y la creación de nuevos asentamientos urbanos. En el 2005, los gobernantes se vanagloriaban de que el Municipio de Reynosa era el de mayor crecimiento nacional, alcanzado, en ese año, el 18.6 por ciento del total de la población tamaulipeca, seguido de Matamoros con el 15 y Nuevo Laredo con 11.7.

Fue en ese año cuando las autoridades expidieron permisos de construcción de nuevos fraccionamientos hasta en los basureros y demás lugares impropios para el efecto. Se construyó donde fuera, sin tomar en cuenta que se cerraban los pasos naturales del agua, lo que ha venido a provocar las inundaciones que ahora ponen en grave riesgo a la comunidad. Fue tanta la irresponsabilidad de los gobernantes de aquel tiempo, que con un permiso para un fraccionamiento, se construían tres o cuatro, bastaba con el moche correspondiente. Esos permisos irracionales, les permitieron amasar cuantiosas fortunas.

Ahora, el problema está ahí y las autoridades se ven imposibilidades de dar una cabal solución a corto plazo. Se requiere de mucho, muchísimo, dinero; tanto como el que los pillos se robaron, a fin de construir obras de drenaje de gran calado que permitan una adecuada canalización de los caudales. Se está trabajando; pero, por más que se haga, no será suficiente, dado que los problemas se han agudizado con el cambio climático.

A éste deben agregarse otros factores, como la edad de las redes de drenaje, que tienen ya casi medio siglo de haber sido colocadas, algunas de ellas construidas con los materiales de la época, que se han venido convirtiendo ya en polvo, y la ineficacia de las autoridades de Tránsito y del autotransporte que no han podido impedir que por las calles de la ciudad transiten pesadas unidas, de más de 60 toneladas, que destruyen el pavimento y colapsan el drenaje, incapaz de resistir esos pesos, por más nuevo y de buena calidad que sea. El asunto es complejo y necesita de más que buena voluntad.

Requiere que todas las instancias de gobierno, junto con las organizaciones de la sociedad civil y la gente misma, hagan un colosal esfuerzo por pagar las facturas que está cobrando la naturaleza, y poner remedio a los desaguisados que perpetraron quienes se hartaron de dinero con los permisos de construcción y con la construcción misma de casas en lugares impropios. Que el dinero mal habido se recobre y sirva de remediación.